QUÉ DICE EL SILENCIO
La otra piel es una película que juega con lo sugerente. En ningún momento de film logramos saber qué le pasó realmente a la protagonista para llegar a estar tan quebrada emocionalmente. Podemos sí interpretar la distancia que existe entre ella y su pareja. Notamos que se ven poco y que casi no hablan. El gran problema que se genera en esta propuesta es el vacío que se produce tras los silencios y las extensas escenas, en las que no hay elementos significativos.
Inés De Oliveira Cézar decide utilizar la voz en off para la lectura de algunos textos dramatúrgicos que ilustran el film. Responden, por un lado, al mundo de los intereses intelectuales de los dos protagonistas pero, también, le sirve para dar algunas pistas de las emociones que están atravesando los personajes. La selección de los textos es acertada y ciertamente le brinda un brillo a la película. Sin embargo, es difícil encontrar una relación entre esos momentos y las escenas posteriores. Luego de esos pasajes el clima pierde de forma rápida todo el peso que se había logrado.
Uno de los aspectos que es bastante contradictorio a la explícita idea de la sugerencia es la sobreactuación. Son varios los momentos en los que la actriz principal realiza sus acciones de forma tal que pareciera subestimar a los espectadores. Un ejemplo de esto es una larga escena en la que Abril esconde una gran cantidad de dinero en su ropero. Como las palabras escasean -aspecto que no debería ser problema en absoluto, pero que sí presenta un desafío- los gestos y las referencias a lo que se está haciendo se explican por demás. Es precisamente en esos momentos donde queda expuesta la escasez de recursos, ya sean objetos u imágenes, que construyan un mensaje por fuera de lo que puedan decir sus protagonistas.
El viaje a Brasil que realiza Abril genera un cambio en el clima de la película y momentos en los que se logra un despegue. Ese café cargado papelitos con mensajes, no sólo es bello, sino que funciona como una explosión de palabras para una protagonista que parece estar sometida al silencio. Ese país vuelve a darle una sonrisa a esta muchacha, aunque sea por un momento corto.
Aun con algunos momentos interesantes, resulta complicado poder establecer una empatía con la protagonista. Quizás es la distancia con la que se nos presenta la que hace que aun las escenas más violentas no tengan un impacto tal. No ayuda demasiado los acercamientos que tenemos a cada uno de los personajes, parecen arbitrarios y sin sentido. Es, por esa razón también, que ya desde el comienzo el film resulta demasiado extenso.