Escrito en mi cuerpo.
De lo superficial a lo profundo; de la carne al verbo; del amor al desamor y en el medio la necesidad de la fuga. De habitar un espacio no contaminado y un cuerpo distinto más allá de las heridas o los tatuajes de las primeras capas cutáneas. Pieles y cuerpos a veces juntos y otras no, disponen y proponen un viaje introspectivo en el nuevo opus de Inés de Oliveira Cézar. El título alude a esa otra piel, que por momentos representa la búsqueda de identidad cuando la cárcel de los roles aprisionan el deseo.
Decíamos en la carne y acompañada del verbo porque lo no dicho en realidad se descubre en el cuerpo como esas huellas en la arena de una playa al sur de Brasil, donde jugar a ser otra forma parte de la misma fuga hacia adentro. Reencontrarse con aquella para ser ésta va más allá de la cuestión genérica. Como suele ocurrir en las propuestas de Oliveira Cézar la mayor transformación se relaciona con una protagonista en un momento de crisis. Las tragedias personales surgen en el instante en que la pregunta ya no se acalla y la necesidad de clausurar una inercia de la rutina, de la convivencia o la propia a pesar de que todo parezca fluir, gana notoriedad en los detalles.
La desatención de un dramaturgo (Rafael Spregelburd), obsesionado por el estreno de la obra de teatro “La terquedad”, sus constantes desaires en función al ego que sale por los poros, resulta lo suficientemente asfixiante para Abril (María Figueras), quien procura ganar nuevamente su lugar en la pareja y de esa manera pasar a otro estado de la relación. Todo parece a destiempo, el deseo de Octavio (Spregelburd) emerge cuando Abril ya no desea y viceversa. Para el hombre hay un escape: su obra de teatro, su coqueteo con las actrices, pero para Abril el encierro o quizás patear el tablero?
La directora de Extranjera nos transporta en ese viaje de otra extranjera que prueba sus pieles con personas desconocidas como el personaje de la película El otro, protagonizado por Julio Chávez. Sin embargo, en Abril la operación de mudanza a otro cuerpo es mucho menos tangible para las imágenes cuando el paisaje de la otredad surge con la fuerza de una energía distinta no volcada únicamente a una efímera sensación de libertad, sino más bien ligada a la fugaz atadura con lo que somos para encaminarnos en el descubrimiento del porqué somos como somos.
Los textos que traen la voz en off y en on de Rafael Spregelburd, disociado entre el dramaturgo real y el Octavio dramaturgo, parecen salir a la búsqueda de aquella Abril y de todas las Abriles posibles. Una obra de teatro estren ada en el Cervantes (otro dato real dado que el acontecimiento data de 2017) donde el valor de lo que se dice es mucho más importante del cómo se dice conecta con la realidad, con los datos duros escritos, verificables, tangibles y desde el cine con la potencia del registro, del documento -dispositivo utilizado en Casandra– para cruzar la frontera de la ficción, fundirse con el cuerpo del texto no dicho y con aquello que ya está escrito como el destino.