La fe que transforma
“Los caminos del Señor son misteriosos, padre”. En esa frase, que mezcla cinismo y devoción, se pinta a Miguel Angel, el vidente de Peñablanca (afueras de Valparaíso, Chile) que aseguraba recibir mensajes de la Virgen María allá por la década del ochenta.
Basado en hechos reales (googleen Miguel Angel Poblete), este filme refleja a un país inmerso en un pozo, a espaldas de la delicada situación militar. El factor de distracción es el fenómeno de Peñablanca, pueblo que nadie conocía antes de la “aparición” de la Virgen sobre el cerro El Membrillar.
Cuando ve en un libro a La Piedad, la famosa escultura de Miguel Angel Buonarrotti, su vida cambiará: de allí en más será Michelangelo. Desde ese momento se transformará, se la creerá y más si gente funcional a Pinochet le preguntan si “pueden cargarse” a unos muchachos que extorsionan al joven. El dice que sí. Ya no es el mismo, su media sonrisa maléfica muestra su otra cara: sabe que tiene un poder, el de influenciar a mucha gente (hasta los hace comer tierra). Nada divino, todo es terrenal.
Acá no hay sangre en balde ni crucifixiones, sí estigmas (sólo en la frente). La película acierta en no ahondar en la situación política chilena y a los funcionarios se los ve como lúgubres personajes trajeados. Larraín muestra la evolución desde la leyenda milagrosa hasta el fraude, del negocio religiosos, hasta al fracaso y el olvido.
No todos creen en Miguel Angel; el papel contemplativo del padre Ruiz Tagle (Patricio Contreras), un jesuita con una profunda crisis de fe, navegará entre el asombro y la sobriedad. Siempre se verá escéptico ante las, por ejemplo, misteriosas formaciones en las nubes similares a la estampa santa.
No aconsejable para católicos fervorosos (el filme muestra al joven desnudo ataviado cual Virgen), su homosexualidad se cruza con la intolerante sociedad de entonces.
Hablar en lenguas, lisiados que caminan, tullidos que sanan, un fenómeno del cual el gobierno militar sacó provecho hasta que no lo necesitaron más y abandonaron. Con su mitomanía a cuestas.