Eduardo Casanova es considerado una suerte de “enfant terrible” del cine español que despierta admiraciones fanáticas y crítica encrespadas sobre sus trabajos. En este filme imagina un mundo construido por una madre posesiva que va desde el incesto a la desmesura para retener a su único hijo, y transformarlo en un ser dependiente crónico que la ama como ella necesita que la idolatren y nada ni nadie impedirá que logre su objetivo. Ellos viven rodeados de una estética rosa chicle deliberadamente kitsch, donde esa araña-madre teje sus redes de esclavitud para que su adolescente no pueda vivir sin ella y nunca lo abandone como lo hizo su marido (un suicida fracasado cuya pareja envidia como la protagonista ha logrado que su hijo la quiera tanto, un objetivo en su vida) A su vez el joven torturado se obsesiona con las informaciones de Corea del Norte y su dictador como un atisbo de un mundo exterior que le es negado y al que casi no se atreve a mirar. Ángela Molina terrorífica e implacable construye a esa madre religiosa e cruel y se luce con su talento. El debutante Manel LLunell , asume su patética criatura mutilada emocionalmente con mucha solvencia. Este film es producido por Alex de la Iglesia y Crudo films. El mundo de Casanova, grandilocuente, oscuro y chabacano por momentos, se construye como un artefacto brillante y disruptivo, irónico, sobre las cosas del malquerer, el poder, las heridas emocionales y las madres monstruosas.