La señora del pelo rojo
La pivellina es una muestra de gran cine. No se dejen amedrentar porque la publicidad habla del “Nuevo cine italiano” o que la cantidad de premios que cosechó los haga sospechar que es una de esas películas que en un festival funciona pero que afuera apesta.
En el comienzo Patty, una señora mayor de pelo rojo busca a un perro, Hércules, pero en su búsqueda da con una nena que está en una hamaca. Patty se lleva a la nena con ella porque está por llover y ya en su casa descubre una nota en la ropa de la nena. No va a la policía como aconsejaría la lógica, sino que la deja en su casa.
Patty vive en un asentamiento de casas rodantes, gente lumpen, artistas; no es gente a la que le sobre nada lo que no impide que integren a la nena, que se irá haciendo un miembro más del grupo con el que vive la señora de pelo rojo.
Una historia simple en los suburbios de Roma, ni más ni menos. No son los feos sucios y malos de Ettore Scola, son gente precarizada que vive apenas al margen del sistema y que no le entrega la nena a la policía porque confía en que la madre vendrá a buscarla en algún momento y sienten una especie de obligación por esa mujer que se vio obligada a dejar a su hija.
De cierta manera los directores Tizza Covi y Rainer Frimmel reactualizan con una inusitada potencia el neorrealismo, lo que convierte a La pivellina en una película que no hay que dejar pasar.