La rebelión de las flores

Crítica de Nicolás Pratto - Funcinema

LO QUE EL FUEGO NO PUEDE EXTINGUIR

En 2019 ocurrió un hecho del que poco se hizo eco en los medios, la ocupación pacífica del Ministerio del Interior por parte de 23 mujeres representantes de pueblos originarios. Un reclamo que viajó cientos de kilómetros, lleno de esperanza, bronca y miedo ante un panorama cada vez más hostil como el terricidio (crímenes contra la naturaleza) que desplaza a sus pobladores. La ocupación duró once días con el fin de entablar una reunión con el ministro a cargo de ese entonces, Rogelio Frigerio, haciéndole llegar el reclamo y dando inicio a La rebelión de las flores.

El documental de María Laura Vásquez se divide en los días previos a la intervención y la consolidación de la ocupación. El primer pasaje donde conocemos parte del hermoso paisaje patagónico donde viven. El día a día de estas mujeres, madres, guerreras, defensoras de su nación frente un futuro que parece inevitable. Una de sus referentes, Moira Millán (fundadora del Movimiento Indígena por el Buen Vivir), deja en el documental varias definiciones que usaremos como subtítulos.

“Sin espíritu no hay lucha”.

Una lucha que no se ha detenido desde hace 500 años, la colonización, conquista y posteriormente, la toma de tierras al conformarse el territorio argentino.

“El fuego es el aviso de que están llegando”.

Actualmente el principal enemigo son las corporaciones que tienen el aval de los gobiernos de turno para efectuar sus proyectos, quema de bosques intencionales para justificar sus negocios de mega-minería como el fracking y represas. Esta última, siendo el proyecto hidroeléctrico “La Elena” ubicado en Chubut, una de las principales amenazas. En caso de confirmarse, dejaría inundadas 11.000 hectáreas de territorio indígena.

“La situación es alarmante”.

El documental no solo registra sino que también acompaña, intima en las reuniones donde las madres piden por sus hijos desaparecidos, la represión del Estado y un sistema judicial discriminatorio. A la media hora, la rebelión se materializa en capital, la ocupación del Ministerio, dando inicio a una danza burocrática de secretarios, abogados pero también de personas que se acercan y brindan su apoyo emocional y físico al proveer suministros.

Como espectador, La rebelión de las flores logró transmitirme impotencia y frustración; desconozco si ese era el objetivo. Pero traslada esa sensación, que toda persona de ciudad atraviesa al tener que realizar un trámite y las constantes trabas para llegar a su fin; y la traslada a un contexto donde lo que está en juego es mi casa, mi familia, donde vivo e incluso lo espiritual. El documental abre diciendo que la palabra mapuche significa gente de la tierra, determinando cómo se estructura su espiritualidad y cultura.

La rebelión de las flores visibiliza una problemática como el terricidio que no solo inquieta a los pueblos indígenas, sino a nosotros mismos, siendo testigos de humaredas y un clima desconcertante. El documental logra representarlos mediante rostros, vivencias, distinto a nuestra cultura o tradición, pero cuyo reclamo también nos afecta y responsabiliza.