El evangelio según De Niro
“El Bien y el Mal”, “El camino correcto y el incorrecto” son algunos de los tópicos que maneja La revelación (Stone, 2010) la nueva y evangelista película con Robert De Niro, cuya mayor virtud es el duelo actoral que compone el mencionado actor con Edward Norton del que se sacan chispas. También actúa Milla Jovovich interpretando el irresistible sabor del pecado en este thriller religioso.
Jack Mabry (Robert De Niro) trabaja en la prisión del condado. Su trabajo consiste en revisar el comportamiento de los reclusos para darles o no la libertad condicional. Ya en edad de jubilarse recibe en su oficina a Gerard “Stone” Creeson (Edward Norton) un preso muy particular que hará lo imposible por quedar en libertad, incluso pedirle a su bella mujer Lucetta (Milla Jovovich) que influya en la decisión de Jack.
John Curran –responsable de Adulterio (We Don't Live Here Anymore, 2004)- dirige este filme con tintes evangelistas escrito por Angus McLachlan, que pone el ojo en la línea moral que separa el bien y el mal. Y esto es interesante porque los simbolismos en el filme son varios (incluso demasiado obvios) para representar las escenas “de pureza” y “las infernales”.
De esta forma, la iluminación es clave en la película. Las escenas en el hogar de Jack junto a su esposa brindan tonos claros, abundan los blancos. Contrariamente en las escenas de sexo (prácticamente todas en las que aparece Jovovich) son filmadas como la recreación del infierno en la tierra. Ella es la tentación en sí misma -y vaya si lo es- y su manipulación sobrelleva al personaje de De Niro a los más oscuros placeres, perdiendo todo eje sobre su vida. Los movimientos corporales de Lucetta inducen a la serpiente, animal bíblico y simbólico en cuanto al pecado se trate. Ella le da de probar un huevo a Jack (un ejemplo de metáfora previsible) y, a partir de ahí, inicia su camino al infierno.
Stone, el personaje de Norton, viene a ser el pastor en esta fábula. El tipo habla incansablemente y trata de desestabilizar a Jack una y otra vez. ¿Y adivinen que? Lo hace. Es quien tiene la revelación, quien experimentó el milagro que lo conecta espiritualmente a otra dimensión.
Tenemos entonces tres personajes perfectos para dar una lección acerca del Bien y el Mal. Un anciano que arrastra pecados de su juventud -ideal para recibir su castigo tardío- un preso que se “evangeliza” en prisión y su mujer, la encarnación del mal. Con este cuadro el director John Curran arma un thriller psicológico con contenido religioso que se sostiene gracias a las actuaciones de sus protagonistas.
Algo es cierto, se pertenezca a la religión que se pertenezca si uno tiene a Milla Jovovich cerca seguramente entre en la locura de Norton o pierda el camino correcto como De Niro. De eso no hay dudas.