Thriller de oficina con dilemas religiosos
El peligroso piromaníaco Stone (Norton) implora por su libertad condicional pero depende de la parsimonia y astucia de Jack (De Niro), a punto de jubilarse y de vivir junto a su creyente esposa (Conroy) con el rezo previsible antes de cada comida. Pero Stone tiene su chica (Jovovich), seductora y atractiva, que cobrará protagonismo acercándose de a poco (y mucho más) al conflictuado Jack. Ya está. Este es el argumento de La revelación, un policial de oficina donde se establece el combate actoral entre Norton (de pocos matices) y De Niro (acaso extrañando a Scorsese) que terminará resultando uno de los puntos fuertes de la película. Pero el téte-a-téte entre los actores, con frases que parecen sacadas de un film de Tarkovsky o de Bergman pero en una oficina con canas y custodios, dispara para otro lado cuando aparece Milla Jovovich y su metro ochenta, erotizando la pantalla y llevando a la privacidad, y a la infidelidad claro, al atolondrado fiscal que encarna De Niro. Y ya está. Pero hay algo más. Da la impresión que determinadas películas estadounidenses de los últimos años (Río místico de Clint Eastwood; El sueño de Cassandra de Woody Allen) inauguraron esta extraña mezcla de género policial más un poquito de erotismo más un tanto (o bastante) de encrucijadas religiosas que se explayan en textos altisonantes y diálogos donde Dios está por encima de todas las cosas, las buenas y malas decisiones, el destino que le corresponde a cada uno, el reparto de culpas y responsabilidades, el pasado que corroe y preocupa a los personajes. No está mal que así sea, pero el interés cinematográfico se diluye cuando surge la sentencia, el aforismo evangélico, el interrogante expresado con la más insufrible de las solemnidades. Parece que el cineasta Curran, que filma en plano-contraplano como en una tevé movie de los ’70, nunca vio películas de Scorsese, Coppola, De Palma o Abel Ferrara, que hablaban de lo mismo pero desde otro lugar, con menos explicaciones y didactismo de estampita. Amén. <