El infierno tan temido
Si el mundo carcelario representa para los ojos de cualquiera la postal del infierno, su contracara debería mostrar la paz y la tranquilidad siempre que las ovejas no se desvíen del camino de la rectitud y las leyes imperantes. Pero el que juzga del otro lado; el que está delante de las rejas y sentencia en realidad no es tan diferente al que se encuentra -por haber cometido algún acto punible- detrás de las rejas.
Así las cosas, el universo moral de La revelación, film dirigido por John Curran (Adulterio) pone en tela de juicio las acciones de sus cuatro personajes, despojados de toda chance de redención para revelar los aspectos más oscuros de las personas, sea el rol que les toque cumplir en el juego de la vida.
En términos de traducción, la palabra del título original Stone, más allá de tratarse del apodo del personaje interpretado por Edward Norton, también remite a una piedra. Esa piedra para cada personaje implica una carga; un peso imposible de liberar sin alterar el entorno.
En el caso de Jack (Robert de Niro), un oficial de libertad condicional a punto de jubilarse, el peso de la religión episcopalista (ligada siempre a la ultra derecha norteamericana) y el de un matrimonio infeliz es el principal obstáculo para ceder a la tentación de Lucetta (Milla Jovovich), pareja del convicto Stone (Norton), quien está acusado de haber encubierto el crimen de sus abuelos con un incendio provocado. Ella intentará acercarse por medio de las artimañas de la seducción a Jack para persuadirlo de que su novio puede resocializarse, para lo cual necesita un informe positivo en su evaluación final.
Sin embargo, a partir de una serie de entrevistas de Jack cara a cara con el convicto, éste comienza a revelarle aspectos ocultos de su personalidad que lo acercan peligrosamente a un brote místico y que con el correr de los días Jack no podrá discernir entre la manipulación y la transformación espiritual que el condenado transparenta. Esa ambigüedad comienza a hacer estragos en los propios conflictos internos de Jack, atravesando una profunda crisis de fe que se potencia con la llegada de la sensual y calculadora Luceta, su amante y factor detonante de su crisis conyugal.
La virtud del film, sin duda, reside en la construcción de los personajes y en los meticulosos diálogos a cargo del guionista Angus MacLachlan, que van conformando una trama repleta de sutilezas y metáforas que se van complementando en este juego dialéctico entre lo moral y lo amoral; entre el libre albedrio y los determinismos, con una fuerte carga crítica sobre la religión y las instituciones penitenciarias.
Robert de Niro y Edward Norton se cruzan en un duelo actoral intenso donde cada uno aporta a su personaje una impronta personal, que puede apreciarse y disfrutarse a lo largo del film, donde los papeles femeninos tanto de la mujer de Jack (Frances Conroy) como el de su amante (Milla Jovovich) no desentonan en lo más mínimo.