Luego de haber ofrecido una comedia pequeña pero muy interesante como fue Pranzo di Ferragosto, su actor, escritor y director Gianni Di Gregorio repitió ciertos ingredientes de la fórmula para su Gianni e le donne, film que como el título indica es una oda a las mujeres del protagonista. Las tribulaciones económicas del personaje persisten, aunque no dictan su rumbo en forma definitiva como en el film anterior. Aún preocupado por su porvenir y asfixiado por su demandante madre, se encuentra en un punto incierto de su existencia: jubilado por obligación, es lo suficientemente grande como para divertirse como un joven, pero no es tan mayor como para sentarse con los abuelos de la cuadra. Gianni se presenta más reflexivo que en la otra oportunidad, ha perdido la chispa de la vida y se ha distanciado de la compañía femenina, por lo que al ver que incluso los ancianos siguen disfrutando de ambas, ocupará todos sus esfuerzos en ser el hombre que alguna vez fue.
Las arrugas del protagonista y los ojos achinados por el paso de los años cumplen una vez más, transmitiendo con todos sus gestos al espectador ese aire cansino, pero ya no tan jovial, con el que logró un buen efecto en el 2008. Pero Di Gregorio emula a Woody Allen y no emerge bien parado de la situación, con una película simpática que no termina de redondear a nivel historia o relaciones, y ni hablar del personaje central, para quien la idea de progreso es un tortuoso camino de humillaciones. Aún con sus momentos logrados se trata de una apuesta que queda a mitad de camino, repitiendo los pasos minimalistas de su primera propuesta pero con un dejo de frialdad y con menor encanto.