Entre la gran cantidad de trabajos que se han mostrado durante este año dentro de la plataforma www.cine.ar/play, muchos de ellos han sido documentales, y con el paso de los meses y la incorporación de nuevas realizaciones hemos podido observar no solamente diversas formas de abordar el género sino una asombrosa multiplicidad de temáticas.
Dentro de ese marco “La Superball”, el trabajo de Agustín Sinibaldi que se presenta desde esta semana, si bien queda atado a un formato sumamente tradicional y clásico, encuentra una anécdota potente y curiosa que nos transporta a la Ciudad de Bell Ville en Córdoba, donde fue inventada en Abril de 1931, la primera pelota de fútbol sin tientos, con picos y con costuras invisibles, a cargo de tres vecinos de esa localidad (Luis Polo, Antonio Tosolini y Juan Valbonesi).
Sinibaldi sabe encontrar en esta ciudad -donde actualmente existen trece empresas dedicadas a la confección de pelotas de fútbol- una historia pequeña pero con un fuerte costado emocional que rápidamente aparece a flor de piel en algunos testimonios y poner el foco en esta creación tan “revolucionaria” para su época, una gran anécdota íntimamente vinculada con nuestro deporte nacional. Inclusive, logra explorar acertadamente algunas ramificaciones que surgen a partir de profundizar ciertas situaciones que se desprenden de la historia central.
Así iremos conociendo la historia de la creación de la Superball (léase “súperbal” y no “superbol” como suponemos), una pelota de fútbol de producción absolutamente artesanal que de acuerdo con los diversos testimonios del filme, debieran convertir a Bell Ville no sólo en la capital nacional (justamente allí se desarrolla la “Fiesta Nacional de la pelota de fútbol sin tiento”) sino en la capital mundial de la pelota de fútbol, que tiene un impacto positivo en el fomento del turismo, debido a las muestras, concursos, actividades relacionadas con el fútbol y torneos que se realizan en esta localidad.
Es curioso retroceder en el tiempo e imaginar que un objeto tan popular como una pelota de fútbol, ha tenido otras características, completamente diferentes de las que aparecen en nuestra mente cuando hablamos de ella.
“La Superball” recorre ese tiempo en donde se tardaba más de media hora en inflar una pelota, cuando no era totalmente esférica, cuando por su formato hacía que picara para cualquier lado y fuese difícil identificar su trayectoria durante el partido y que ha llegado a producir algunos “accidentes”, como los que sucedían al momento de cabecearla por ser un objeto pesado o si en algún momento se mojaba (es absolutamente desopilante la anécdota con un árbitro que recibe un pelotazo en el hígado que termina hospitalizado).
Por un lado aparece la emoción de algunos testimonios que surgen a partir del entorno del club como centro de unión vecinal, de encuentro social y para practicar diferentes deportes y dentro de ellos, el fútbol y la cancha, como puntos de encuentro y lugares de pertenencia.
A este costado sensible –muy bien representado en las voces elegidas que representan esta faceta- se oponen algunas zonas más grises: el tema de las trabajadoras que son empleadas dentro de la industria, las verdaderas hacedoras de la costura invisible que es el gran hallazgo del invento, quienes no solamente están sometidas a un trabajo intenso que incluso conlleva a fuertes problemas de salud por la posición en la que tienen que permanecer durante muchas horas para hacer su trabajo, sino que no tienen ningún tipo de cobertura previsional, ni prestaciones médicas ni alguna agrupación sindical que vele por sus derechos laborales.
Por el otro, lentamente se va develando el entramado por el cual un invento tan nuestro, no ha logrado posicionarse para aparecer a nivel nacional en todas las canchas o poder formar parte, inclusive, del mundial de Fútbol del ’78. Así aparecen las “coimas”, la competencia desleal contra los precios de productos de características similares que se producen en China o Brasil cuyo precio de venta es incluso menor que el precio de costo de las de industria nacional y, por lo cual, un objeto tan importante y “revolucionario”, una industria tan pujante y exitosa como la que se vislumbraba en sus inicios, queda sepultada e invisibilizada a nivel global y no logra explotar todo ese potencial que podría haber tenido.
“La Superball”, si bien apela al formato más tradicional, encuentra la fuerza en la particularidad y la curiosidad que envuelve la historia, en el tono con el que la cuenta y en los testimonios (entre los que aparece el de Mario Kempes) que hablan apasionada y emocionalmente, de esa creación bellevillense dispuesta –al menos inicialmente- a atravesar fronteras.
POR QUE SI:
«Encuentra la fuerza en la particularidad y la curiosidad que envuelve la historia»