Edisons argentinos
En un diario de la época, con ese título se anunciaba el invento que habían desarrollado Luis Polo, Antonio Tosolini y Juan Balvonesi en la ciudad de Belle Ville, Córdoba, el 20 de abril de 1931. Un invento con el que iban a cambiar para siempre la historia del deporte más popular, una pelota sin tiento, con pico y costuras invisibles, y a la que bautizaron “Superball”.
La película del Colectivo Audiovisual VacaBonsai, dirigida por Agustín Sinibaldi, no sólo cuenta, como reza su gacetilla de prensa, “la verdadera historia de la pelota de fútbol”. Como la reiterada frase, atribuida a León Tolstói, “pinta tu aldea y pintarás el mundo”, el documental invita a la reflexión de numerosos temas sin caer en el subrayado, ni en la bajada de línea.
Claramente, hay una mirada que revaloriza el espíritu amateur del deporte, con las historias de los futbolistas del club local que desarrollan otras actividades para poder vivir y hasta juegan con botines prestados. También en esa línea, se destacan las declaraciones del ex jugador profesional (y campeón del mundo), Mario Kempes quien sostiene que “lo principal de FIFA es el dinero y lo demás no importa nada”.
Al mismo tiempo se pone de manifiesto la importancia del deporte en la vida social, y más precisamente del club como centro de encuentro – con las fiestas que se celebran los sábados – y de construcción de lazos sociales, que se fortalecen en esa ceremonia pagana que son los partidos del equipo del pueblo.
La Superball (2020) es también una reflexión sobre los procesos de fabricación, la (im)posibilidad de desarrollar una industria nacional, la falta de apoyo estatal, la importación indiscriminada y la precariedad laboral.
Uno de los entrevistados se lamenta por “lo que Bell Ville podría haber sido”. Sin dudas, la explotación adecuada del invento desarrollado en la ciudad, se podría haber transformado en una fuente de trabajo sólida para toda la zona.
En la construcción del relato, en primer término escuchamos los testimonios de los dueños de la fábrica de pelotas, quienes se lamentan de que la Asociación del Fútbol Argentino no les brinda su apoyo y afirman que las licitaciones fueron a manos de empresas brasileñas.
La cámara de Sinibaldi resalta la belleza del proceso cuasi artesanal de producción de las pelotas. Sin embargo, esta imagen que remite a David enfrentándose al gigante Goliat, se ve duramente contrastada por las historias de las cosedoras “de fútbol”, que trabajan a destajo por un ínfimo sueldo y sin ningún tipo de amparo laboral, encontrándose obligadas a seguir trabajando a pesar de las numerosas enfermedades que les producen las tareas. “Los patrones son todos patrones”, afirma uno de los entrevistados.
La Superball es una película que a partir de una pequeña gran historia, nos propone pensar numerosos aspectos de nuestro país. Un país que pudo haber sido. La mirada del realizador intercala las convenciones del documental de “cabezas parlantes”, con momentos poéticos a través de una fotografía que maneja la luz y el color con una precisión y una intencionalidad muy precisas, acompañadas por las sutilezas musicales del grupo “Los Mutantes del Paraná”, generando una invitación a la reflexión.