Focalizando en el vínculo entre un adolescente y una señora mayor, ambos aislados -casi rechazados- del mundo, el director Pablo José Meza en su segunda película establece un singular paralelismo entre dos seres en apariencia distantes e incompatibles. Un joven proveniente de La Pampa que trata de costearse dificultosamente sus estudios de medicina en Buenos Aires, a punto de ser desalojado del apartamente que alquila, recibe la sorpresiva propuesta de su vecina, una jubilada que desea compañía a esa altura de su vida, a cambio de alojamiento y comida. A través de esa trama simple pero matizada por diversas situaciones y personajes aleatorios, el realizador de Buenos Aires 100 km ( interesante y ópera prima pueblerina protagonizada por niños) ofrece su mirada a dos seres frágiles y vulnerables, más parecidos que diferentes pese al abismo generacional y los contrapuestos objetivos de vida. Los buenos y sucintos diálogos sostienen una historia de vida atrayente, magníficamente interpretada por Adriana Aizenberg y el ascendente Martín Piroyanski, con buenas participaciobnes de Marina Glezer y Atilio Pozzobón.