La visita: Pero el amor es más fuerte.
Luego de su paso por BAFICI, se estrenó el nuevo documental de Jorge Colás, que se dedica a mostrar las historias de mujeres atravesadas por el dolor, la bronca, el amor y el deseo.
500 mujeres llegan todos los fines de semana al pueblo de Sierra Chica, ubicado a 350 km de Buenos Aires, para visitar a los presos de la Unidad Penal n° 2, que aloja a unos 4000 detenidos, distribuidos en distintos pabellones. Es una de las cárceles más famosas del país y, por ello, ha servido de material para varias películas, aunque “La visita” es completamente diferente y eso ya es un loable mérito.
El documental se centra en los visitantes, esas mujeres que todos los fines de semana visitan a sus familiares en prisión. Desde el amanecer, llegan solas o con sus pequeños hijos y nietos, como pueden, en bus, caminando, en remis… Todas ansiosas por ingresar.
El almacén del “gallego” es el punto de encuentro antes de la visita. Ese peculiar personaje, dueño del establecimiento, hace las veces de “padrino mágico” de estas mujeres que ahí cargan sus celulares, guardan sus bolsos, se planchan el pelo y compran la comida para compartir dentro del penal. Esa solidaridad, obviamente remunerada porque de eso vive el gallego, es sumamente preciada por las chicas que hacen chistes con él y se sienten contenidas por un ratito.
Bibi es LA protagonista de la película, por así decirlo. Fiel militante del cuidado de su marido, un preso reincidente, dejó su Santa Fe para ir a vivir a una humilde casa en Sierra Chica para poder estar más cerca de su amado. Su solidaridad y calidez matan las ausencias, convirtiendo su propia casa en una pensión para esas chicas y mujeres, todas distintas, con diferentes historias de vida pero la misma ilusión de ver a su ser querido.
Entre ellas, se aconsejan, se acompañan, hay algunas que enseñan a otras la forma de comportarse en lo que respecta al sistema penitenciario, o cómo maquillarse o peinarse para verse más bonitas en sus visitas.
Colás ya tiene una importante trayectoria con documentales que llaman la atención por su cercanía con la ficción, por lograr que el espectador se olvide que está viendo la vida misma y piense, aunque sea por un rato, que se trata de una historia fantástica que el director creó. Así logra una belleza inusual en este subgénero de documentales sobre temas tan miserables y tristes, como la marginalidad social, tanto en “Parador Retiro” (2008), en “Los pibes” (2015) y ahora, con “La visita”.
La cámara no se entromete en la vida de las mujeres, sólo muestra discretamente cómo suceden las cosas, las actividades y los diálogos, sin intentar castigarlas ni justificar uno u otro pensamiento, porque claro, entre ellas también hay formas de ver y pensar muy disímiles, aunque todas sienten el mismo dolor, la misma incertidumbre. Además de esta silenciosa mirada, hay algunas entrevistas para conocer más datos sobre esas valientes mujeres.
“La visita” es una película imperdible dada la novedosa mirada sobre el mundo que rodea a las cárceles. Justamente, Colás se dedica exclusivamente a quienes visitan el penal, cómo viven esos momentos de ilusión, espera y ansiedad esperando la próxima vez que vayan a ver a su ser querido, pero sin acudir a los golpes bajos. Todo es el afuera. El interior del penal queda excluido. La narración llega hasta los muros de la cárcel, no va más allá. Y eso se agradece mucho, da un aire fresco a los documentales y dan ganas de esperar el próximo de este exitoso director.