El director de Los pibes y Barrefondo, Jorge Leandro Colás estrena su último documental La visita, sobre los familiares de los presos en el penal en Sierra Chica.
Casi quinientas mujeres, y algunos hombres, llegan al pequeño pueblo de Sierra Chica, provincia de Buenos Aires. Bajan de un micro cargadas de bolsos y se dirigen al complejo penitenciario donde se alojan más de cuatro mil presos. El documental cuenta la historia de estas mujeres que pasan su tiempo entre el bar de el gallego y la pensión de Bibi, una mujer que se mudó al pueblo para estar cerca de su marido que está preso.
El documental de Colás en ningún momento nos muestra el penal desde adentro, la cinta se desarrolla en mayor medida en la espera que estas mujeres y niños tienen que soportar para entrar a la cárcel.
Esta decisión es la más acertada de La visita, el punto de vista está centrado plenamente en los familiares de los presos. Hay muy pocos testimonios a cámara y la acción fluye normalmente. Es imposible no identificarse con las visitas que terminan estando atadas a una situación que muy probablemente sea ajena al espectador. Son presas fuera de la cárcel, que tienen que esperar bajo el sol o la lluvia. Y también víctimas de un pueblo que vive plenamente del penal y de ellas. El bar de el gallego comercializa hasta el uso del baño.
Hay algunas escenas que parecen ser parte de una ficción, como por ejemplo cuando las nenas bailan y cantan, piensan en sus deseos y lo que más quieren es poder conocer las cárceles por dentro. O la abuela que piensa en sus nietos presos y aquellos que están fuera. Estos micro-relatos reafirman la idea original y completan el documental.
Finalmente, también están presentes las diversas realidades que viven Bibi y las otras mujeres que paran en su pensión, ya sea por una diferencia de edad o por el motivo por el que llegaron a estar en la situación en la que se encuentran.
Jorge Leandro Colás vuelve a contar la realidad social que vive un grupo de gente en la Argentina. En este caso La visita busca empatizar con las victimas colaterales que no sólo tienen que vivir el hecho de que un familiar está preso, sino también las maneras inhumanas que atraviesan para llegar a tener un contacto con ellos.