A 12 kilómetros de Olavarría y a 350 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires se ubica la Cárcel de Sierra Chica, llamada oficialmente Unidad Penal Nº2, uno de los establecimientos penitenciarios más antiguos del país, inaugurado en 1882. El mismo fue plasmado en varias oportunidades en el cine, con un documental sin sonido del director Julio Irigoyen “Sierra Chica” (1929), donde se abordaba la vida de los internos, que luego fue reciclado para los films sonoros “Sierra Chica” (1938) y “Su íntimo Secreto” (1948). Asimismo, en 2014 Jaime L. Lozano estrenó la película “Motín en Sierra Chica”, relatando los sucesos del sangriento motín ocurrido durante Semana Santa de 1996, el cual duró ocho días y donde murieron ocho personas.
En esta oportunidad, Sierra Chica vuelve a ser protagonista de un documental, pero de una manera totalmente diferente. Jorge Leandro Colás estrena este jueves “La Visita”, luego de su paso por el BAFICI, el cual se centra en la figura de las visitas, aquellas mujeres, en su mayoría, que semana a semana van a ver a sus familiares a la cárcel. Las observamos prepararse pasa los encuentros, interactuar con el encargado de un bar que les proporciona los recursos para ingresar al penal y que les guarda sus pertenencias y dialogar entre ellas sobre los largos viajes que deben hacer para llegar hasta ahí y cómo las tratan el resto de las personas únicamente por estar relacionados con algún interno. Es una novedosa y original mirada sobre este estilo de historias, ya que el director no se dedica a ahondar en el sistema carcelario o en cómo viven los presos ahí dentro, sino que solo se enfoca en las mujeres que se acercan a aquel lugar para ver a sus maridos, hijos, nietos. En ningún momento las vemos entrar en el penal ni interactuar con los internos, solo su mirada desde afuera, corriéndose del lugar común de este tipo de film.
El documental es principalmente observacional, la cámara busca retratar las actividades y los diálogos entre las mujeres, sin justificar ni castigar a sus protagonistas, simplemente brindando una mirada honesta, donde ellas se permiten mostrar sus sentimientos con respecto a lo que les va ocurriendo a lo largo del metraje; los dolores, las cargas que tienen que llevar por errores que ellas no cometieron, los miedos, y las pequeñas alegrías de un encuentro. Pero lo que no consigue mostrar a través de este estilo, el realizador lo resuelve con clásicas entrevistas para interiorizarnos aún más sobre, por ejemplo, las decisiones de una de las mujeres en irse a vivir directamente a Sierra Chica. Bibi podría funcionar como una especie de protagonista dentro del film, debido a que es la encargada de albergar a las jóvenes que vienen desde lejos para ver a sus maridos, como también de enseñarles la forma de comportarse alrededor del penal.
Los aspectos técnicos se encuentran correctos y sirven para enmarcar los testimonios de estas mujeres. El clima desolador, silencioso y hostil se cuela en los planos generales de Sierra Chica, mostrando el aislamiento que viven en aquel pueblo que funciona alrededor del penal.
“Sobrevive el más fuerte, no solo adentro, sino acá fuera también”, resuena uno de los testimonios, que plasma a la perfección lo que muestra el documental: la fortaleza de un grupo de mujeres que no pierde las esperanzas ni la paciencia, que semana a semana se encuentra en el mismo lugar en señal de apoyo.
Un documental que en ningún momento cae en golpes bajos ni en lugares comunes, sino que viene a traer una bocanada de aire fresco a este tipo de films.