Respecto de los Chaná, cronistas de Indias mencionan por primera vez al pueblo “chaná” en 1520, con las expediciones de Hernando de Magallanes. Desde el siglo XVI los chanaes o chanás, pueblo pacífico, próximo a los charrúas que habitaba en la Republica Oriental del Uruguay, en la confluencia del río Negro y río Uruguay, las costas e islas de este último, y las islas del Delta del Paraná, entre las provincias de Entre Ríos, Santa Fe, Buenos Aires y hasta Corrientes.
En la época colonial la mayor parte de los chanás fueron concentrados en reducciones, principalmente en la de Santiago de Baradero, fundada hacia 1615, y en la de Santo Domingo Soriano (actual villa Soriano en la República Oriental del Uruguay) fundada en 1660.
Hacia el año 1815 el sacerdote Dámaso Antonio Larrañaga, quien escribía los discursos de Artigas, se acercó a Soriano, a la reducción indígena, y allí entrevistó a los tres indios más viejos para armar el registro conocido como lenguaje “chaná”. De lo recopilado por él se publicaron algunos datos sobre la pronunciación y estructuras gramaticales del chaná, además de unos 70 términos.
Los chanás eran canoeros que practicaban la pesca y la caza de animales del monte, eran sedentarios, o semi-sedentarios, radicados en pequeñas aldeas, sabían de alfarería y practicaban agricultura.
La cultura chaná se transmitía por medio de la vía femenina, la lengua de los aborígenes “chaná se creía que extinta desde hace unos 200 años hasta que el paranaense (nació en Nagoya) Blas Wilfredo Omar Jaime, descendiente de esta etnia, dio a conocer su “tesoro lingüístico” heredado de su abuela y de su madre, donde expresaba: “Dado que la cultura chaná se transmitía de mujer a mujer, que sus hermanas mujeres murieron siendo niñas, que su madre viuda ya no tendría más hijos y que sus tres hermanos ya se habían ido de la casa, le toco a él, a partir de los 14 años, la responsabilidad de preservar la memoria y el lenguaje de su pueblo” .
Lo que nadie esperaba fue la aparición de un hablante de la lengua chaná. Su pueblo desapareció en tiempos de la conquista europea por cruentas masacres, o bien porque su sangre se mezcló con la de sus conquistadores. Blas Jaime es jubilado de vialidad provincial, 80 años, radicado en Paraná, tataranieto de Nicasio Santucho, indio ermitaño de Nogoyá, e hijo de Linu, quien murió cuando Blas tenía seis años, y pasó a ser el depositario de la memoria de ese pueblo.
Pedro Viegas Barrios, investigador del Conicet, que se dedica a la lingüística histórica comparativa de lenguas aborígenes argentina, nos dice “Hace unos años, estando en Rosario, leí en un suplemento cultural sobre la vida de Blas Jaime y su lucha por mantener viva la cultura y la lengua chaná. Como investigador del Conicet pensaba que ya no quedaban rastros de este pueblo en Entre Ríos, así que me comunique con él y el encuentro dio sus frutos, “El diccionario de la lengua Chaná”, publicado por la Editorial Entre Ríos.
Blas Jaime reveló públicamente, a sus 71 años, que es el último heredero de la lengua Chaná, etnia nativa de Sudamérica que se consideraba extinguida hace más de 200 años, de la cual se conocían pocos datos. Pedro Viega Barrios, investigador y lingüista del Conicet, validó su lengua y hoy es reconocido por la UNESCO como el ultimo Chaná parlante.
Juntos emprendieron la odisea de reconstruir la lengua y cultura, para que no desaparezca como tantas otras en el mundo.:
El documental “Lantéc Chaná”, escrito y dirigido por Marina Zeising, no trae innovaciones en cuanto a las entrevistas, comentarios siempre utilizados, y buena fotografía, pero sí aporta a una temática muy interesante, como lo es la perdida de las primitivas lenguas indígenas de nuestro continente, y la aparición de Blas Jaime(1), que logra ponerse al hombro la película y llevarla a buen término. Su figura sobresale en la validación y difusión del lenguaje. y en la reconstrucción cultural, logrado ya en parte al traspasar su lucha a su hija – actualmente es la encargada de dictar las clases - ,y que en un momento, cuando él quiso enseñarle el lenguaje y las tradiciones culturales le dijo “yo no quiero ser india”, pero en la actualidad ha tomado la dura tarea de mantener viva la lengua, costumbres y tradiciones de su pueblo
Ya sólo por esta decisión estimo que “Lantéc Chganá” es una realización imperdible de ver y difundir en sus logros como factor de aproximación al
(1)Blas Wilfredo Omar Jaime, tuvo una participación anterior en la obra de Adrián Badaracco, director del mediometraje documental “El guerrero silencioso” que plantea cómo habría sido la presencia de pueblos originarios como el Chaná si no los hubieran extinguido, y de la realidad sale la respuesta cuando Don Blas se pregunta “¿dónde están los descendientes aborígenes, si en el campo está todo sembrado y ya no queda monte donde solían vivir los originarios?”