Lantéc Chaná

Crítica de Rodrigo Seijas - Fancinema

UN HOMBRE, UN LENGUAJE, UNA CULTURA

La historia de Blas Jaime es cuando menos singular, por cómo carga sobre su persona un compendio de simbolismos y discursividades. Ex predicador mormón, originario del litoral argentino, se reveló públicamente a los 71 años como el último heredero y conocedor de la lengua chaná, una etnia nativa sudamericana considerada como extinta desde hace más de dos siglos. El documental Lantéc Chaná sigue el proceso de validación y difusión de ese lenguaje, en lo que es también una reconstrucción cultural.

El film escrito y dirigido por Marina Zeising es esencialmente simple en su concepción, apostando al seguimiento de Blas Jaime -un personaje sumamente carismático, dentro y fuera de la pantalla-, y a diversos testimonios, entre los que se encuentra el de Pedro Viegas Barros, investigador y lingüista del CONICET, quien estuvo encargado del proceso formal de validación de la lengua. Por momentos, Lantéc Chaná puede verse como una aventura o una road movie lingüística, donde el recorrido del protagonista y su historia está atravesado por el lenguaje, con lo corporal interactuando con lo discursivo. Blas Jaime es un testimonio cultural vivo, parlante y con una visión propia, y la película acierta en respetar ese factor decisivo.

Donde Lantéc Chaná tropieza es en su casi permanente voluntad -particularmente en los minutos finales- por remarcar la persecución a la que fueron sometidas diversas etnias, además de la necesidad de mantener viva la memoria de sus concepciones y legados. Obviamente que es imposible estar en desacuerdo con esa perspectiva, pero lo cierto es que las imágenes ya transmitían ese mensaje, y más aún las acciones y discursos de Blas Jaime. Allí la película peca de un didactismo que incluso subestima al espectador y que disminuye sus logros.

Pero aún con sus redundancias discursivas y su puesta en escena que cae en algunos vicios cuasi televisivos, Lantéc Chaná consigue exponer una vida apasionante, que también da cuenta de numerosos factores culturales, sociales y políticos. Y que en un punto nos interpela a nosotros mismos como espectadores y seres sociales.