Un film para chicos con destino didáctico
Apenas una función por día, en sólo dos salas, consiguió esta película nacional. Pero con el tiempo, quizá semejante limitación sea sólo una anécdota, y su verdadera vida, y mayor utilidad, esté en las salas de jardín o primer grado, según las maestras sepan aprovecharla, conversando con los chicos sobre determinados fragmentos motivadores.
Por ejemplo, la escena inicial: un pequeño discute con su padrastro, deja el hogar materno y se convierte en un niño de la calle, viviendo del cirujeo y de las expectativas del arte callejero. Esto casi nunca sucede en las películas para niños, pero ocurre mucho en la vida real, que los niños deben conocer. Y un buen modo de conocerla es de forma indirecta, a través de muñecos de varilla y goma espuma en escenarios de fantasía evidente (aunque representen lugares tan reales y desagradables como el callejón de la basura o la celda de la comisaría).
De la basura, el niño saca un libro abandonado. Es sobre leyendas aborígenes. Entonces, con cada capítulo, su imaginación lo convierte en dibujo y lo lleva hasta lugares tan distantes como los cerros puneños, la precordillera, los canales fueguinos y el litoral, para compartir andanzas con diversos personajes de otras tantas razas. No se trata sólo de consuelos o distracciones instructivas. En cada episodio él encuentra algo relacionado con su propio problema. Y así, los cuentos lo van ayudando a vivir y a reencontrarse con su madre. Los títeres se alternan con los dibujos, el ambiente de bajo fondo con los grandes espacios del interior, la mezquindad de algunos con la épica de otros, la murga con los fondos de raíz folklórica, y una melodía de estilo actual con los arreglos de otro tiempo. Mucho de este relato parece hecho con estilo, recursos y sensibilidad de otros tiempos. Habrá que ver cómo lo reciben los pequeños que todavía viven sus propios tiempos, aún ajenos a la aceleración y/o el cinismo de algunos entretenimientos de gran influencia que los rodean.
Autor, Alejandro Malowicki, impulsor de las producciones para niños, destacado por su versión fílmica del musical de Hugo Midón «Pinocho». Música, Martín Bianchedi y Pablo Martín, con especial acierto en un tema de piano, bandoneón y coro para la escena donde el niño espera a su madre (hay final feliz, por supuesto). Responsable de los títeres, Roberto Docampo. Dibujos, un estudio de diseño gráfico de Colegiales, Urrak, que en vasco significa avellanas.