Asunción es bien femenina
La vida de Chela y Chiquita se ha acomodado a la rutina de los años y la seguridad de la pertenencia. La casa familiar de Asunción, mausoleo de recuerdos e improvisado remate del presente, se desprende de esa vida compartida a medida que las posesiones se extravían en las manos de unos nuevos y advenedizos dueños. El director paraguayo Marcelo Martinessi consigue instalar con una asombrosa economía de recursos las claves para comprender el universo de esa pareja de mujeres: las directrices de Chiqui en el gobierno de la vida diaria, en la firmeza de su deseo, en la solvencia de su adaptación ante las amenazas del afuera; el deambular de Chela ante la inseguridad de una herencia perdida, ante el horizonte de una libertad recobrada. Sus retratos son sutiles, el uso de los objetos que forman el hogar es inteligente, y su película se enriquece de esos momentos que parecen anecdóticos, como las sucesivas partidas de cartas (con la impagable Pituca) o las abrumadoras visitas a la cárcel.