Elogio del amor (desmesurado)
Aunque varios de mis colegas más prestigiosos de todo el mundo vienen sosteniendo desde que la vimos en su première mundial en el último Festival de Cannes que Las hierbas salvajes es una obra maestra (Cahiers du Cinéma, por ejemplo, la consignó como la mejor película de 2009), yo no alcancé a disfrutarla a ese nivel y, si bien lo considero un trabajo lleno de audacia, de libertad, de ideas y de hallazgos, no lo ubiqué en mi lista de favoritos del año pasado.
Decidí -Resnais se lo merece- darle una segunda oportunidad y volví a ver la película unos días antes de su (bienvenido) estreno comercial. No hubo caso. Su apuesta al artificio naïf, al absurdo, a la exageración que por momentos casi roza el ridículo son demasiado para mí, al menos en el contexto de esta tragicomedia romántica (Conozco la canción, por ejemplo, sí me parece una obra maestra porque el musical se presta más a los desbordes).
En su siempre estimulante columna Desde Europa, nuestro amigo catalán Manuel Yáñez Murillo propone una "lectura" posible del film: "Resnais violenta los límites de lo verosímil para confeccionar un grácil elogio de la energía fabuladora del cine. Sin miedo a incurrir en lo naif, Resnais construye una historia de amour fou entre el cinéfilo Georges (André Dussollier) y la aviadora Marguerite (Sabine Azéma), en la que el deseo y la pasión consiguen romper con los protocolos sociales y el academicismo narrativo. Un delirio lúdico, lúcido, incandescente y moderno que no teme transitar el territorio de lo ridículo en su apetencia por la conquista de lo sublime.
No tengo demasiados argumentos para oponer al brillante concepto de Manu, por lo que aquí entra a jugar la más absoluta y caprichosa subjetividad / sensibilidad: disfruté del hecho de que un maestro del cine como el director de Hiroshima mon amour y Hace una año en Marienbad adaptara con casi 87 años por primera vez en su carrera una novela y convirtiera el relato original de Christian Gailly en una de sus típicas películas corales y de enredos sobre los vericuetos del amor y del azar. Pero, aunque me divierten sus excesos y me tienen sin cuidado sus recaídas, no pude ingresar del todo en el juego de gato y ratón, de atracciones y rechazos, de perversiones y convenciones sociales que propone Resnais. Así, quedé como un observador privilegiado, fascinado, pero no "involucrado" en esta comedia/drama demencial.
La historia de amor (imposible) entre un hombre casado desde hace 30 años y dueño de un oscuro pasado que sólo podemos adivinar (Dussollier) y una dentista y fanática de la aviación (Azéma) que se desata a partir de un hecho banal de lo cotidiano (el robo a ella de una billetera roja que luego es encontrada por él en el estacionamiento de un shopping) es premeditadamente desconcertante en sus bruscos cambios de tono (que pendula entre la más absoluta levedad y ciertos toques de gravedad), pero termina siendo rescatada por la innegable gracia, sensibilidad, melancolía y ligereza de este incansable patriarca de la nouvelle vague.
PD: Gran trabajo del DF Eric Gautier y lucido, como siempre, los secundarios de Anne Consigny (la esposa del protagonista), Emmanuelle Devos (la amiga y confidente de Azéma) y Mathieu Amalric (el desquiciado policía "psicólogo").