Destinos Cruzados
Lo curioso del último film de Alain Resnais es que por primera vez en su dilatadísima trayectoria va a adaptar una novela, L'incident perteneciente a Christian Gailly, si bien en temas de transposición ya había incursionado en la obras de teatro. A sus casi 88 años, Resnais nos sorprende gratamente con una historia de encuentros y desencuentros, explorando una vez mas las relaciones humanas y las existencias insatisfechas de dos extraños seres.
George es un hombre maduro y casado. Un día encuentra la cartera robada de una mujer llamada Margarite y este hecho fortuito les cambiara la vida. El acontecimiento casual deviene en un simple gesto de agradecimiento de la mujer. La historia va dejando su tono de azar para convertirse en una obsesión casi paranoica, enfermiza y con destino de llevar un desenlace no de los felices precisamente.
Un evento fortuito –la cartera robada- resulta el disparador para una serie de enredos que nos generan desconcierto y que dejan ver en su planteo la sensibilidad de este pionero de la ola francesa de los ’60 que, con trazo firme y la profundidad que acostumbra, viste una historia de gracia y a la vez melancolía.
Lúcido y fresco como en sus mejores años, el creador de Hiroshima Mon Amour (1959) nos habla del azar, casi de una forma lúdica jugando con sentimientos y sensaciones que se despiertan en una relación humana afectada, justamente, por un golpe de suerte.
El film plantea un juego tan extraño como seductor mediante personajes, diálogos y situaciones emocionantes, por momentos excesivos y desequilibrados, que son parte de la ironía con la que el autor de Noche y la Niebla (Nuit et Broulliard, 1955) nos cautiva y se nos hace irresistible, pese a sus caprichos de genio.
Con sapiencia desenvuelve su narrativa encadenando momentos y géneros cinematográficos sin dar demasiado tiempo para encasillar al film en un thriller, una comedia o un drama. El jugar con esas marcas de género es parte del puzzle que se nos plantea para parodiar a los mismos y provocar aun más interrogantes sobre la naturaleza del ser humano cuando este ha perdido su eje y se encuentra fugado de su rumbo.
La excentricidad que le caracteriza a Resnais no esta ausente a la hora de contar esta historia del modo que elige hacerlo para retratar una obsesión mutua donde entre lo inverosímil y en lo contradictorio se encuentra el factor sorpresa que juegan los imponderables de la casualidad y el destino.