Del amor y otros efectos colaterales
Una tarde cualquiera en París puede cambiar dos vidas. O más. Así parece al menos para George (André Dussollier), que por obra y gracia de un hallazgo inesperado deja volar su fantasía para ir detrás del misterio que para él entraña una mujer ignota, arriesgando todo lo que ya tiene. En tanto, Marguerite, la mujer (Sabine Azéma) se deja arrastrar por este factor novedoso en su existencia, por más que la paulatina obsesión de George y los grises de su pasado enturbian la incipiente relación.
Aunque ya roza los noventa años, Alain Resnais demuestra que puede seguir siendo uno de los directores más vigentes y frescos (si cupiera el término) de la cinematografía francesa. Combina diferentes elementos de géneros como el thriller, la comedia negra, el policial y el romance clásico, más un giro moderno para insertar la trama en la actualidad. Y así, en poco más de hora y media, desarrolla su relato sin prisas, con el pulso de un buen narrador.
El trabajo de André Dussollier y Sabine Azéma en los roles principales es correctísimo, sin brillanteces pero con toda la solvencia que es de esperar en dos veteranos de buenas batallas cinematográficas. Los secundarios, a cargo de Mathieu Amalric y Emmanuelle Devos, son las auténticas marcas de agua de una historia donde la mano del director realza verdaderamente el libro en que se basa.
Lo más flojo: algunos de los meandros narrativos hacen que se pierda un poco el interés en la trama, aunque las imágenes y el virtuosismo visual contribuyen a mantener enganchado al espectador. También, que el mejor estreno de la cartelera para este jueves sea tan limitado en cuanto a su exhibición y se haya demorado tanto, comercialmente hablando.