Tinta roja
Si bien la reconstrucción de época de los años 40 es aceptable en términos de producción, Las puertas del cielo, dirigida por Jaime Lozano, no llega a convencer por los escasos valores de su guión y su acartonada propuesta estética, que debe sumarse a una desacertada dirección de actores con diálogos altisonantes y poco creíbles.
El drama de denuncia social haciendo foco en la situación crítica de los trabajadores de la caña y un estado de huelga que afecta los intereses de los poderosos es rápidamente desplazado por un policial chato y poco interesante que involucra a un ladrón malherido, el Montarás, quien antes de pasar a mejor vida lega a un muchacho campesino su botín y le obliga a jurar que se lo va a entregar a una mujer ya que ese es su último deseo.
Sin embargo, la promesa al muerto pondrá en peligro la vida del muchacho cuando la policía siga el rastro de los billetes y una operación de prensa lo señale como un justiciero social solamente con el objetivo de vender más ejemplares.
El interés amoroso es una prostituta que intenta disuadir al muchacho y despertarlo de su inocencia pero el signo de tragedia ya está escrito como el resultado poco atractivo de esta película.