En el pasado, un ventrílocuo se obsesiona con su criatura y, más tarde, algo lo impulsa al crimen. Su historia es reconstruida en el presente, como una maldición, por su nieta: el film de Pablo Torre intenta mezclar la complejidad psicológica del más puro melodrama romántico con las búsquedas del cine de terror. El problema es que el clima -imprescindible para que el relato afecte como debe al espectador- se resiente por textos que parecen demasiado literarios y escenas de factura más bien teatral.