Pablo Torre, hijo de una leyenda del cine nacional (Leopoldo Torre Nilson) ensaya en este, su opus 4, una propuesta audaz, a tono con su hábil manejo de las atmósferas. Nos referimos a "Las voces", propuesta intrincada, oscura y enigmática, que se estrena en salas hoy. Debemos decir, que este es un film con climas bien logrados, cuidado en sus rubros técnicos y que cuenta con un reparto convincente. Aunque también hay que reconocer, que no todos estos elementos positivos garantizan la calidad de un producto al final si no hay amalgama y un libro interesante detrás. Mucho de esto sucede aquí.
En los primeros minutos, conoceremos a Juan (Jean Pierre Noher), ventrílocuo extraño y sin rumbo, cuya única compañera parece ser una muñeca, que lo acompaña a todos lados. Vive en una pensión y su trabajo está en la calle, por lo que vive al día. Ergo, tiene serios problemas para pagar la renta. Cuestión que terminará mal cuando un incidente con el dueño de hotel termina en desgracia y dispare definitivamente la locura de nuestro protagonista.
Juan, es un hombre desequilibrado, está dicho. Pero aún así, consigue empleo como número "vivo", en el cine Dorá. Allí, hará de presentador con un sencillo acto de "voces", ya que (no lo habíamos dicho) corre la década del cincuenta, y el cine nacional se encuentra en auge, requiriendo ese tipo de mano de obra. En ese lugar, el conocerá a dos personas que modificarán radicalmente su vida: Ema (Ana Celentano) y su aparente hija (Wanda Brenner), quienes operarán sobre su débil psiquis, complejizando su realidad a medida que se relaciona con ellas.
Pero eso no es todo, paralelamente, en el futuro, conocemos a Clara (María Socas), hija de Ema, quien intenta, luego de la muerte de su madre, de conocer el paradero de su padre, a quien nunca vio. La cinta presenta los dos tiempos y navega entre ellos para darle pistas al espectador sobre la naturaleza de los enigmas planteados.
Sin anticipar más del argumento, hay que afirmar que "Las voces" es un film desparejo, en el cual sus lados fuertes (los descriptos antes, dentro de los cuales hay un destacado lugar para el trabajo de Noher) no terminan por empujar la balanza a su favor. Lo que falla, sin dudas, es un guión que no logra trasmitir unidad en las que ofrece y por momentos confunde al espectador en la sucesión de eventos que trae. A pesar de contar con el escenario adecuado (la ambientación del Dorá es muy buena), cuesta juntar las piezas del rompecabezas porque los indicios son dispares. Esto se traduce en desorientación seria de a ratos, y conspira en contra del climax de la trama.
También quedan en el debe algunos cuestiones referidas a la iluminación y en el maquillaje que podrían haberse mejorado, dada la calidad del equipo técnico que intervino en esos rubros. Nos queda una sensación ambigua al terminar la proyección, Torre es un cineasta virtuoso pero este, no es de sus mejores productos.