El italiano Roberto Andó no se maneja con medias tintas a la hora de demonizar (y ridiculizar) a la clase política. Ya con Viva la libertad (2013) había indagado en las fisuras de un partido de su país, donde un candidato a presidente, presa de pánico escénico, desaparece del mapa. En Le confessioni, en cambio, redobla la apuesta magnificando horizontes e incidentes. A los pocos minutos de la película ya se cuenta un muerto, nada menos que el presidente del Fondo Monetario Internacional.