Daniel Roché (Daniel Auteuil), director del Fondo Monetario Internacional, es la estrella principal de un nuevo encuentro del G8 en un hotel a las orillas de un paradisíaco hotel, en el sur de Alemania. El encuentro, huelga decirlo, es de esos que deciden los destinos del mundo, pero este tiene algo de particular. Roché convocó a algunos outsiders, entre los que destacan la escritora de cuentos infantiles Claire Seth (Connie Nielsen) y Roberto Salus (Toni Servillo, de La grande bellezza), un curioso y discreto monje de la orden de los palotinos.
Una noche, Roché pida la visita de Salus en su habitación, y a la semana siguiente aparece ahorcado. El hecho tiene repercusión internacional y el resto de la estadía en el hotel lujoso tiene la tensión de 10 indiecitos, o casi, porque si bien el número da exacto nadie sospecha de que alguien haya matado al director del FMI, pero sí que Salus, que debió oficiar como confesor esa noche, sabe algo.
El siciliano Andò (de Viva la libertá, otro éxito con Servillo) maneja de manera excelente el contraste entre el lujo obsceno de las comitivas con el ascetismo del monje, y aquí es donde Salus aparece como un personaje entrañable (y más de uno imaginará, con diverso grado de acierto, si el personaje está inspirado en nuestro rebelde Francisco). Es cierto, la película es otro tour de forcé hecho a medida para Servillo, pero la trama, de la que Andò es corresponsable, se vuelve intrincada, como un thriller donde el Padre Brown no es el investigador sino el investigado. Otro gran film de Andò y Servillo y un recomendado para el fin de semana.