El monje de clausura, Salus (Toni Servillo), llega a un aeropuerto donde compra un grabador. Luego, es llevado a una mansión frente al mar; allí lo espera una reunión del FMI y un agasajo a su director, Daniel Roche (Daniel Auteuil), que festeja su cumpleaños.
daniel ateuil
Al conocerlo, Daniel le solicitará al monje un favor: confesarse. Al día siguiente, Roche aparece asfixiado con la bolsa del grabador que compró el monje. Ante el temor de que el director del FMI haya revelado secretos sobre la economía mundial, los hombres interrogan al religioso que se excusa en su voto de silencio.
Ahora, siendo el FMI y sus mentores, el grupo de los ocho, una suerte de médicos conservadores y nada imaginativos con una misma receta (ajuste) para un mismo mal (la economía capitalista) parece tan elemental que el secreto no sea otra cosa que un brutal plan de austeridad mundial que nunca se enuncia por lo extremadamente obvio.
Culpa, responsabilidad, intrigas, soledad son los tópicos que el film trata de manera esquemática y sin mucha originalidad salvo ciertas escenas donde la sapiencia y credibilidad de Toni Servillo hacen del monje un ser de otro tiempo y espacio.
A los ya mencionados Servillo y Auteuil se le suma la bella y algo olvidada Connie Nielsen que personifica a una escritora con claras referencias a J. K. Rowling, creadora de la saga Harry Potter, y que en el cambio de tipo de novelas que quiere escribir hay más de una indicio de la resolución del crimen.Además trabajan Pierfrancesco Favino , Lambert Wilson, Marie-Josée Croze y Moritz Bleibtreu.
El escritor Roberto Andó es un director preocupado por el entramado socio político, evidente no sólo en su film anterior ¡Viva la libertad! sino al ocuparse de autores como Lampedussa y Maquiavelo, filósofos claves en cualquier teoría sobre el poder.
Le Confessioni
El monje Salus (seguridad en latín) parece ser la resultante del efecto Francisco (Jorge Mario Bergoglio) sobre la credibilidad moral del cristianismo en el mundo Occidental, cuando la religión vuelva a ser el reservorio de valores que contrastan con la avaricia material y el sadismo de actores económicos que sólo miran números en vez de personas.
Fabula moral y fábula política que, de tan simple y explicita se vuelve una lección fast de ética para el nuevo milenio. Lo que comienza como un thriller (con citas explicitas a I confess del maestro Hitchcok) se desarrollará como un drama social entre banal y maniqueo que deja al final un sabor a incompleto, a malogrado.