Una comedia terrorífica de Fabián Forte Ni Sam Raimi se animó a tanto cómo Fabian Forte en esta divertida combinación entre humor negro y espíritus satanicos en un hospital neuropsiquiatrico. El director de La corporación (2012) y El muerto cuenta su historia (2016) demuestra un notable manejo del terror fantástico al pasar de un registro a otro y salir siempre bien parado. Al modo de Sam Raimi en los ochenta o Peter Jackson en el mismo período, hace un film de terror que bordea la parodia sin caer del todo en ella, en esta divertida película que juega con la locura y la cordura justamente en un hospital de salud mental. Pero no estamos frente a Hombre mirando al sudeste (1986) ni mucho menos. Porque el relato de terror sobrenatural se apodera de la historia contada por el protagonista, Antonio Poyju (German De Silva), un curandero qué pasó su vida luchando contra espíritus oscuros en la selva misionera. Aunque también es un hombre famoso por sus fantásticos relatos de demonios contados a sus compañeros del neuropsiquiátrico en el que está internado. ¿Sucedió entonces lo que acabamos de ver o es producto de su imaginación? Por ahí va la cosa, cosa de mandinga de la película. Legiones (2022), que estuvo en los festivales de cine de Sitges y Mar del Plata, también narra el clásico vínculo roto entre padre e hija. Una hija descreída de los poderes de chamán de su padre y un hombre que debe convertirse en héroe para salvarla. Historia clásica edulcorada por impecables secuencias de terror, bien producidas desde la puesta en escena y el montaje y una detallista edición de sonido para generar el clima necesario. También hay que destacar los impecables efectos especiales a la altura de las grandes propuestas del género. Forte, quien también aparece en la película dirigiendo la obra de teatro en el hospital, el clásico juego de la representación dentro de la representación, hace un cine de terror autoconsciente con un gran nivel de producción y un enorme dominio del terror fantástico que le permite pasar de un registro humorístico a uno truculento en minutos y nunca desentonar. Los actores habituales del fantástico nacional acompañan la divertida osadía, Moro Angheleri, Demian Salomón y Berta Muñiz, entre otros.
Sin fe, no hay escena. Independientemente del trasfondo fantástico en el que se enuncia la película, la historia es, en verdad, muy simple; y en ello, probablemente, reside el éxito de la propuesta: se trata de la historia de un padre y una hija que se reencuentran luego de un distanciamiento que se ha producido en la adolescencia de la muchacha, cuando empieza a configurarse su propia personalidad. Se adivina, en este sentido, algún guiño con las películas de Wes Craven, particularmente la saga de Freddy Krueger; aquella monstruosa presencia que ataca a los/as adolescentes en sus sueños, irónicamente en la etapa de su despertar sexual. En la película de Forte, Kuarayá se presenta como una entidad exterior (masculina) que intenta arrebatar a la niña desde una edad temprana. Para evitar que el monstruo tome posesión de la niña, se ha construido un amuleto mágico, un collar, que mantiene protegida a Elena durante su niñez. El collar podría simbolizar la infancia de la muchacha, pues una vez robado el amuleto, comienza la etapa del distanciamiento con su padre y el concomitante reemplazo de la figura masculina de éste por la de un hombre de afuera. Pero el collar también significa la pertenencia a un linaje, a una familia, a una identidad; recuperar el amuleto es recuperar al mismo tiempo su identidad. Por eso, al recobrar el collar, y colocárselo sobre el cuerpo, Elena enuncia su nombre real: ya no Elena Warren (aquel nombre que se ha querido inventar para pasar desapercibida frente a un afuera, que no sabe quién es, ni le interesa), sino Elena Poyju. Diría entonces que el tema de la película, detrás de la historia del padre y de su hija, incluso detrás del camuflaje fantástico en el que se presenta, no es otro que la relación conflictiva entre crecimiento e identidad; entre un individuo, conminado siempre a descubrirse como continente virgen, y sus tradiciones, único navío legítimo para recorrer cada extensión de la subjetividad de la persona. En cuanto a la forma de la película, su estructura narrativa y su marco genérico, quisiera hacer algunos comentarios específicos, pues ameritan alguna precisión. Lo primero que quisiera destacar de esta virtuosa producción es el dominio genérico que Forte ostenta respecto del género de terror, como de las combinaciones humorísticas con que matiza el discurso narrativo de un modo imprevisto y efectivo. La intensa labor que este realizador viene desarrollando en el campo del terror, como de la comedia, le posibilitan maniobrar con seguridad este relato fantástico sobre un terreno humorístico, sin desviarse un ápice de la identidad genérica que la película pretende conservar. Legiones se nos presenta como un relato efectivo y sólido; no pierde el rumbo ni el espíritu en ningún momento, pudiendo ubicar al espectador en el ambiente adecuado para cada tipo de escena dramática. Pero esta coherencia genérica no podemos atribuírsela sólo a la labor del director, debemos también reconocerla en la orgánica labor actoral de los intérpretes y en la dirección de actores, que otorgan una credibilidad en todo momento. Uno de los momentos que merece destacarse es la tematización de la historia de Antonio, Elena y Kuarayá por medio de un cuento que el propio Antonio ha escrito, y que sus compañeros de hospicio han decidido dramatizar como obra teatral. En esta exquisita mise en abyme vemos a un director de teatro (encarnado por el propio Forte) trabajando con una historia en la que no confía, no cree, no la entiende. De hecho, los propios actores acuden a Antonio para quejarse de esa falta de visión del director respecto de la historia; un director que considera que está escenificando un auténtico disparate. Lo interesante de la situación opera en dos niveles diferentes: en el nivel puramente enunciativo, y en el nivel narrativo. En lo enunciativo, remite a cierto grado de autoconciencia humorística, que habíamos señalado ya como un rasgo promisorio del director, a propósito de la película Cantantes en guerra. Y es en este nivel –discursivo antes que narrativo- donde se apuntala el matiz humorístico que la película pretende incorporar. En el nivel, narrativo, la escena se presenta como una condensación de la dialéctica entre personajes que confían en la historia, vs. quienes no lo hacen; es importante recordar que el asunto principal del relato está centrado en una hija que ha perdido la fe en las historias que su padre le ha narrado. Sobre esto último, vienen a mi memoria dos referencias: por un lado, la bella sentencia de San Agustín Credo ut intelligan (Necesito creer para poder entender); y, por otro, el final de La historia sin fin, donde Sebastian –el niño humano- descubre que el remedio para curar a la emperatriz, y con ello evitar la destrucción de Fantasía, está simplemente en ponerle un nuevo nombre; para Sebastián, ponerle un nombre es sinónimo de volver a creer en Fantasía. Tanto la visión de la pieza teatral que se quiere representar, como la identidad de esa hija, requieren de algo esencial: de alguien que sea capaz de creer en lo auténtico, en la singularidad. El director teatral trata a su material con la misma indiferencia que el sistema capitalista trata a Elena, como un elemento más a descartar, no un fin en sí mismo, sino un mero medio. Los locos, por el contrario, acuden a Antonio convencidos (Agustinianamente) de que, sin fe, no hay escena.
CALOR, TEATRO Y DEMONIOS CRIOLLOS Ya desde el arranque, con una voz en off que discute la veracidad de lo que está contando, Legiones se plantea como un ejercicio autoconsciente, y aunque más adelante el tono se vuelva un poco más “serio”, esa ligereza general le permite sortear algunos de los problemas que tiene. La historia transcurre en dos tiempos: los años 80 en la selva misionera, donde Antonio, un joven brujo chamán, intenta proteger a su hija de los demonios que la acechan, y el presente, con el protagonista ya anciano, internado en una institución de salud mental. Ese mal que parecía haber quedado en el pasado reaparece, y Antonio tiene que idear un plan para fugarse y salvar a su hija, que lleva años sin hablarle. Uno de los grandes inconvenientes que suele tener el cine de terror nacional está ligado a las actuaciones, que casi siempre parecen estar en un tono disonante, que atenta contra el verosímil. Acá la suerte es otra: el acierto de poner a un intérprete sólido como Germán de Silva en la piel de Antonio abre la posibilidad para que Fabián Forte juegue con distintos registros, que van del horror pleno a la comedia, y que por lo general funcionan. El caso de los secundarios también es notable, en especial con el grupo de pacientes de la institución que lleva adelante una adaptación teatral de las experiencias de vida de Antonio. En esos ensayos, y en los intercambios que se dan sobre la representación del horror y su credibilidad, es donde la película explota su veta más auténtica, vinculada a la parodia y a los límites del género en el que se inscribe. Cuando quiere decantarse por una resolución más cercana a lo fantástico (y, además, busca generar emociones a partir del vínculo paterno filial), Legiones se entorpece. Toda la secuencia final carece de la singularidad previa, e incluso pareciera perder un poco la pericia técnica y la creatividad artesanal; esa fuerza combinada que hasta entonces nos había ofrecido poseídos y demonios a la altura de los ejemplos emblemáticos, de Linda Blair para acá. A pesar de esto, por un buen rato la película de Forte consigue dar forma a una suerte de horror criollo; una manera de entender el género alejada de la tentación de lo bizarro, y con una convicción por entretener y asustar en partes iguales. No es poco.
“Legions” de Fabián Forte. Crítica. Cosa de mandinga. Francisco Mendes Moas 4 noviembre, 2022 0 92 La 37° edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata posee una sección especial para las películas de género nacionales. Uno de sus exponentes, Fabian Forte, se hace presente con su último audiovisual “Legions”. La misma se podrá ver este miércoles 9 a las 23:50 en la sala Aldrey 5, el jueves 20:10 en la sala Aldrey 1 y una última función el viernes 11 a las 23:10 en la sala Aldrey 1. Todas dentro del Shopping Paseo Aldrey. Antaño un poderoso chapman, ahora un recluso de un manicomio, Antonio Poyju deberá encontrar la forma de salvar a su hija. Esta es perseguida desde chica por un poderoso demonio, que buscará hacerle perder la fe en sus raíces. Para hacer esto Antonio deberá buscar la manera de escapar de la institución que lo mantiene apartado del mundo. Cuando el espectador se sienta a ver una película de demonios, es muy probable que estos seres malignos tengan bases en la religión católica. No es su culpa, William Friedkin pareciera haber dejado las bases sobre las cuales construir este subgénero de terror con “El exorcista”. Aunque aquí Forte propone mirar al pasado de estas tierras. Las maneras que tenían los pueblos pre colonizados para entender el mal, pero sobre todo sus formas de repelerlas. La mayoría del audiovisual se transita en una atmósfera opresiva y asfixiante, donde el mal acecha en cada esquina, en cada sombra. Sin embargo, posee grandes momentos de humor. Sobre todo con el equipo que forma Antonio dentro del manicomio. Y ambas emociones conviven a la perfección en una misma película. Una interesante propuesta, que forma parte de una más que prometedora sección dentro del festival, nos trae Fabian Forte. “Legions” abre al espectador un mundo poco explorado al tiempo que con su narrativa, rememora algunas películas del gran Alex de la Iglesia. Calificación.
Pasado, presente y futuro se reúnen en este apasionante relato de Fabián Forte, que logra, una vez más, una visita efectiva al género brindándole toques autóctonos y sumando una reflexión sobre los vínculos y los legados, que se potencia gracias a las logradas actuaciones de Germán de Silva y Lorena Vega. Mención especial para los rubros técnicos, que realzan cada escena y situación.
Con influencias del cine de Sam Raimi, mezclando elementos elementos de la cultura ancestral argentina, Legiones es la confirmación de que el género de terror en argentina está pasando por un gran momento.
Legiones Un chamán está encerrado contra su voluntad en un manicomio. Después de una revelación, se entera que su hija está siendo amenazada por un demonio. Para salvarla, debe escapar del lugar y lograr que ella vuelva a creer en los poderes de su padre. Fabian Forte, con sendos largometrajes en su haber como director y asistente de dirección, esta vez apunta al horror chamánico y de demonios. La lucha del bien y del mal, se encuentra con ese miedo a perder la propia historia generacional. Con bellos paisajes selváticos y un universo de encierro azulado en un manicomio -con personajes muy queribles-, Legiones demuestra una vez más que el cine de terror argentino está en un gran nivel.