Lejos de Pekín: ¿En la dulce espera?
El último trabajo de Maximiliano González muestra la cruda realidad de la adopción y, por qué no, del vivir en la selva del Iguazú. Con esta película, el director y guionista cierra la trilogía misionera sobre el destrato a la mujer en distintos ámbitos.
Hace poco se estrenó en el país En buenas manos (Pupille, 2018), una hermosa película francesa que narra el proceso de adopción. En este caso, el largometraje argentino Lejos de Pekín (2019) expone la experiencia de una pareja que desea adoptar un niño. El paralelismo entre ambas obras es notable aunque estén posicionadas desde 2 lugares muy distintos y, por suerte y gracias a los directores, ambas obras son recomendables para ver y reflexionar sobre el tema.
González, oriundo de Puerto Iguazú, vuelve a sus pagos para continuar mostrando las problemáticas que sufren las mujeres en el noroeste del país. Luego de La soledad (2007) y La Guayaba (2012), ahora, Lejos de Pekín (2019) muestra el contexto hostil, la precariedad de la zona y las dificultades de la adopción, tanto por parte de la burocracia como también de los miedos y tormentos de la pareja deseosa de convertirse en padres. Una historia dividida en actos que resultan sumamente atractivos con la armonía de la música y los paisajes lluvioso que connotan una extrema sensibilidad.
María (Elena Roger) y Daniel (Javier Drolas) llevan un matrimonio de unos 40 años que desean fervientemente ser padres. Luego de hacer los trámites correspondientes para la adopción y recibir el ok por parte del Estado, viajan a Iguazú para poder continuar con el trámite. Durante la estadía de vinculación, y con la lluvia que no cesa, se genera un caos alrededor en que nada sucede de la manera que deseaban.
Elena Roger y Javier Drolas interpretan a este matrimonio lleno de miedos y esperanzas. Las actuaciones de ambos son tan brillantes que logran interpelar al espectador con ese dolor que sienten, esa ilusión por cumplir el deseo de ser padres y esa pareja desgastada. Roger es penetrante, por sobre todas las cosas, mediante sus gestos se entiende todo lo que sufre y se empatiza enseguida con ella. Lo mismo sucede con Drolas, un hombre que de a ratos se siente perdido entre su deseo de ser padre y su miedo de perder a su amada.
Como secundario, destaca ampliamente Cecilia Rossetto como la tanguera del pueblo que vive en el mismo hotel donde se hospedan los protagonistas. Ella y su voz dan una calidez a los pasajes que suceden de forma lineal entre actos.
Lejos de Pekin (2019) es una película llena de simbolismos. La lluvia de por sí es siempre una potente metáfora, la narración en off la potencia, la tormenta que llega la noche donde todos los miedos se despiertan a horas de llegar a cumplir el sueño más importante de sus vidas, el terror a no ser buenos padres, a que los progenitores biológicos se arrepientan a último momento. Todo lo que puede suceder da miedo. Por otro lado, el contexto hostil de Iguazú denota la desesperación que viven las mujeres que, ante la situación en la que viven, deben dar en adopción a sus bebés para regalarles una vida mejor.
El film narra la historia de una pareja y un niño, pero podrían ser miles los padres adoptantes y los chiquitos que esperan ser elegidos para tener un futuro. En cada acto se ve el cansancio de los que esperan. En toda la película se nota un trabajo enriquecedor que lleva a la reflexión, desde el amor, sobre un tema tabú aun en los días que corren.