Partimos con la convicción de que los personajes desean más que nada ser padres. Seguimos por las dificultades de la adopción, dado que no hay otra vía. Pero lo importante es el encuentro con esa persona a la que quizás se llame “hijo”. Lejos de Pekín se concentra en las relaciones y en los imperativos aparentemente pegados a ellas, y lo hace al mismo tiempo de modo crudo y pudoroso.