María y Daniel son una pareja que lleva más de 8 años de casados pero que todavía no pudo concretar uno de sus mayores sueños: formar una familia. Es por eso que recurre a la adopción para poder cumplirlo. Sin embargo, cuando viajan al norte argentino para encontrarse con su beba, las cosas no salen según lo planeado. Es así como tendrán que esperar en un hotel para ver cómo se desarrollará todo. Una noche que traerá dudas, miedos, incomodidades y mucha reflexión.
“Lejos de Pekin” utiliza a la espera como una excusa para ahondar en cuestiones profundas inherentes al ser humano y, principalmente, vinculadas a una pareja: los deseos de ser padres pero también los miedos y las inseguridades que eso conlleva, la relación con sus propias familias, patrones de comportamiento de sus progenitores que no quieren repetir, su infancia y pasado y una introspección hacia su matrimonio.
Dichas temáticas se abordan a través de capítulos, en los cuales por momentos es María la protagonista, por otros Daniel y en otros instantes se los sigue a ambos como pareja. Mediante encuentros con personajes secundarios y conversaciones recibiremos las distintas reflexiones sobre todas estas cuestiones. La elaboración del guion, haciendo principal hincapié en los diálogos es uno de los puntos más fuertes del film, ya que no solo deja pensando a los diversos actores del relato, sino también al público que puede sentirse identificado con más de una situación.
Las cuestiones técnicas también ayudan a que los diálogos sobresalgan en el film, ya que por un lado nos encontramos con pocas locaciones y las mismas suelen ser un espacio acotado: el interior de un auto, una habitación de hotel o una cocina, haciendo que la movilidad no sea una opción. Esto se debe a uno de los grandes recursos de la cinta: la lluvia se convierte en un elemento central de la historia, volviéndose una metáfora poética pero también un impedimento físico y real para los protagonistas. Esto, más la compañía melancólica de la banda sonora, generan el clima propicio para las profundas conversaciones que entablan los personajes.
Por otro lado, debemos destacar las actuaciones de Elena Roger y Javier Drolas, que con tantas líneas de diálogo consiguen interpretar de una buena manera a una pareja en su punto máximo de inflexión, un momento que puede cambiar su vida para siempre que se ve amenazado por algo superior. Qué sienten los personajes en esos instantes, cómo los afecta personalmente pero también cómo repercute en el otro, son sensaciones que están bien logradas por los actores.
Tal vez el ritmo se vuelva un poco lento, monótono y denso, a pesar de sus 82 minutos de duración, pero también es parte del clima que busca el director: el desgaste, la eterna espera, el paso del tiempo como algo que pesa.
En síntesis, “Lejos de Pekín” es una película que trae a cuenta la complejidad de la adopción en la Argentina, pero más que nada lo usa como excusa para ahondar en el interior de una pareja y cómo un momento tan importante para la vida de los dos repercute en cada uno de ellos por separado y como unidad. Un buen ensayo reflexivo que se eleva por sus diálogos y actuaciones.