Leones

Crítica de Roger Koza - La Voz del Interior

Extasis y vacío

La abstracción pertenece tanto al dominio de la metafísica como al imperceptible reino de las matemáticas. Los cinco jóvenes que caminan por un bosque animado durante toda la película son prisioneros de una abstracción. Sin señales de su época, apenas incómodos, van de un lado a otro y atraviesan un paisaje natural frondoso y sonoramente vivaz. La naturaleza virgen desconoce la Historia, y los personajes, en principio, parecen estar fuera de ella, y hasta parecen desconocer su propia historia. Tal vez ya no estén en este mundo. ¿Una teología juvenil? ¿No es un salmo el tema musical de cierre, ¿Crees en el éxtasis?, de la banda neoyorkina Sonic Youth?

Los vistosos y virtuosos planos secuencia y la banda sonora de Leones, ópera prima de Jazmín López, pueden ser un viaje sonoro y visual. ¿Éxtasis sensorial? En principio sí, y ahí están para corroborarlo algunos momentos notables como el plano secuencia de la copa de los árboles, una caminata rumbo al mar y especialmente un paseo entre flores silvestres. El ojo y el oído no pueden más que entregarse a cierta tentación física; el registro de un espacio repleto de colores y sonidos inquietantes es irresistible.

Pero es justamente en ese formalismo ostensible donde encuentra su guarida cierta insustancialidad retórica y conceptual. Un juego lingüístico inspirado en un microrelato de Hemingway de seis palabras articula gran parte del discurso de los personajes y devela tanto una inquietud por la situación concreta por la que transitan estas criaturas como un problema intrínseco del filme, su límite, su enunciación estéril. Pocas palabras y escasas referencias (un automóvil de lujo, un I-Phone, tres temas musicales) son la cifra de un vacío conceptual.

Paradoja irresoluble de una película tan sublime como ridícula: el imaginario de una generación (y una clase) tropieza con su involuntaria maldición de época y su elegante vaguedad.