Ser humano, ser egoísta
Lobos (2019), séptima película del director Rodolfo Durán (Cuando yo te vuelva a ver), llega a las salas con tres importantes condimentos: delincuencia familiar, corrupción policial y puja por el poder. El egoísmo, la esencia del hombre.
Una familia, cuyos problemas económicos comienzan a ser una preocupación, decide recurrir a la herramienta de un pasado tormentoso: delitos para satisfacer la actualidad financiera. El líder de la familia Nieto (Daniel Fanego) encabeza una banda de delincuentes donde su yerno Boris (Alberto Ajaka) es su mano derecha. Marcelo (Luciano Cáceres), su hijo, durante su juventud era miembro de este grupo, pero optó por encasillar su vida. Ahora, como personal de seguridad privada, disfruta de un empleo honrado. Hasta que un día todo se descontrola: la banda comandada por su padre ingresa a robar a una casa que él tiene que custodiar.
Lobos es una obra que reúne los requisitos fundamentales de un buen policial oscuro. Envuelto en una trama familiar desconcertante, dónde no se precita en explicar la existencia del bien y el mal, el film explora de manera curiosa esta faceta. Fanego se destaca como el cabecilla de la banda y tiene un trato diario con uno de los jefes policiales, interpretado por César Bordón. En primera instancia, uno de los miembros del conjunto sale de prisión y eso funciona como el disparador para que sea el ejecutor de un encargue. En segundo término, no está clara la vida que lleva en la actualidad Marcelo, pero de manera tacita se sugiere que sus días son rutinarios y alejados de momentos hoscos. En tercer lugar, la relación de él con su padre es el sustento de la historia: el grado de emotividad se da al abocar al pasado vivido y a cierto resentimiento de un presente que va por distintos caminos.
El largometraje nos regala una fotografía espléndida y el reparto sabe lo que hace y el rol que cumple. Luciano Cáceres sigue demostrando que es uno de los mejores actores de su generación. Con un claro primer acto introductorio, un segundo acto plagado de acción y un tramo final que promete revanchismo, el film logra entretener. Queda a segundo plano que por momentos se aleje de la propuesta al profundizar en la otra subtrama familiar (Boris y su mujer), la cual no le brinda tanta relevancia a la más que interesante relación padre/hijo.
Una historia sombría, dónde la corrupción policial y el individualismo están siempre presentes, y con momentos cruciales que hacen que la venganza sea fruto de las emociones, Lobos es un thriller policial que explora y describe de la mejor forma la parte oscura del hombre, la cual la sociedad fracasa en su corrección.