SÓLO UNA AGRADABLE PELÍCULA MÁS, LEJOS DE MERECER UN OSCAR.
Después de 7 años de su gran éxito “Entre copas” (Sideways), que se había alzado con el Oscar al mejor guión, Alexander Payne regresa con todo.
Extrañamente, luego de semejante suceso en 2004, Payne había desaparecido de la dirección cinematográfica, pero en 2011 ha regresado con pasos firmes. Y el regreso triunfal se debe al vendaval de éxito que tiene su actual filme “Los descendientes”, más que por la calidad de la cinta.
Con 5 nominaciones al Oscar en su haber, más el triunfo en los Globos de Oro como Mejor Filme Dramático y Mejor Actor, “The descendants” viene por todo.
Con el denominador común de sus filmes anteriores, en su obra actual, el director repite una estructura de guión ya explorada por él. "No me gusta hacer road movies, pero siempre termino allí", admitió hace poco Payne. En la nombrada “Entre copas” y la anterior “Las confesiones del Sr. Schmidt” (2002), un hombre común debe hacerle frente a un conflicto existencial y sale a buscarlo no sólo espiritualmente, sino físicamente, poniéndose en movimiento, o sea, viajando a algún lado. En “Entre copas”, un abrumado Paul Giamatti salía en busca de respuestas a los interrogantes de su vida a través de un viaje por la ruta del vino en Napa Valley. En “Las confesiones…”, el pobre de Jack Nicholson se jubilaba de su trabajo, quedaba viudo de repente, su hija se estaba por casar y, para colmo, descubre que su esposa lo había engañado en el pasado, lo que lo impulsaba a realizar un viaje hacia Denver, Colorado, en una casa rodante, con motivo de impedir que su hija cometiera el mayor error de su vida.
En "Los descendientes" hay un poco de todo eso. Matt (George Clooney), casado y padre de dos hijas, se ve obligado a reconsiderar su pasado cuando su mujer sufre un terrible accidente de barco en Waikiki, dejándola en estado vegetativo sin retorno. Sin saber cómo enfrentar solo la educación de sus hijas de 10 y 17 años (a las que ha desatendido), al mismo tiempo debe decidir vender las tierras de la familia. Junto a todos sus primos, los descendientes poseen algunas de las últimas zonas vírgenes de playa tropical de las islas, de un valor millonario.
Cuando su hija mayor le revela que su madre tenía un affaire en el momento del accidente, Matt se lanza a la incierta búsqueda del amante de su esposa, en la que se alternan encuentros divertidos, conflictivos, trascendentales, y otros poco probables. Así, Matt comprende que por fin está en una buena dirección para reconstruir su vida y su familia.
Guión con situaciones un poco forzadas y un protagonista que no merece ninguna nominación esta vez, el filme no alcanza a emocionar con buenas armas, por más que tenga una buena escena lacrimógena protagonizada por Clooney . Pareciera que en una semana (la más movida de su existencia, convengamos) el personaje logra sortear un enorme conflicto que apabullaría a cualquiera, pero no a nuestro querido George.
La estructura de road movie vuelve a repetirse esta vez, porque la familia completa (más la presencia insólita y constante del novio de la hija mayor) se embarca en un viaje algo impuesto por un guión débil, recorriendo bellísimas playas hawaianas que aportan un excelente e inusual marco a esta historia, muy entretenida, por cierto. De factura sencilla, convencional y sin más sorpresas que las que su protagonista encuentra, la película se sigue con agrado, eso es innegable.
Evidentemente, Clooney seduce a toda una comunidad cinéfila y a la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood, que otorga el galardón más buscado y que, peligrosamente, pueda regalárselo este año. La cámara lo sigue en todo momento, sin despegarse casi de sus miradas y sus gestos. Clooney es un indiscutido galán de cine y un comprometido director, que traspasa la pantalla con su simpatía, su charme, su facha, su tono distinguido, pero no es un actor de primera categoría: ¡con Tom Cruise se llevaría genial! En todo caso, mejor que él está Shailene Woodley en su papel de enfurecida y descontrolada adolescente.
El filme no es "obviamente manipulador", porque si la historia planteada hubiese sido dirigida por algún novato, tendría que haberse estrenado directamente en TV por cable; pero hay cosas del guión que no resultan creíbles. El tema al que hace referencia el título no está profundizado y no se ensambla naturalmente con el conflicto central, y hubiese sido mejor que sí (al margen que la decisión final que tiene el protagonista, respecto de las tierras, tenga que ver con ello). En vez de hacer una road movie "en busca del amante", se hubiera enfocado en el tema de cómo nos condiciona a los seres humanos ser "descendientes de", y cuán ligados a nuestros antepasados podemos estar. Pero bueno, hubiera sido otra historia. Más interesante, seguro…