Han pasado unos largos siete años desde que Alexander Payne nos trajo esa entrañable película que fue “Entre copas” y con “Los descendientes” nos damos cuenta lo bueno que es ver su trabajo de nuevo en el cine. En esta vuelta, Payne se mete en el entorno de una familia y trata temas que en manos de otro director hubieran resultado pesados, sin embargo, resulta ser un film dulce sin ser empalagoso, dramático sin recurrir a golpes bajos, pero lo más importante es que crea un lazo emocional con el espectador por tocar un tema con el que cualquiera se puede identificar fácilmente.
Clooney interpreta a Matt King, un padre ausente que debe hacerse cargo de sus dos hijas luego de que su esposa Elizabeth sufre un accidente y cae en coma. Matt se considera a sí mismo el “padre de repuesto”, ya que nunca tuvo una gran relación con sus hijas, pero al mismo tiempo ve el accidente de esposa como una oportunidad para empezar de nuevo y ser un mejor padre, aunque no será nada fácil. Recomponer la relación con Scottie (Amara Miller), de 10 años y Alexandra (Woodley), una adolescente de 17 serán su desafío más inmediato, sin embargo, Matt también tendrá que lidiar con la terrible noticia de que Elizabeth tenía un amante previo al accidente, mientras está en medio de una potencial venta de tierras que pertenecen a su familia. Aunque lo más interesante será ver como el engaño de su mujer está relacionado con todo lo anterior.
Ante todo, Los descendientes es una película de contrastes: el paradisíaco paisaje de Hawai sirve de perfecta contraposición ante los problemas que sufre la familia King, gente que no es “inmune a la vida”, como dirá Clooney en uno de sus diálogos. Uno desde aquí quizás piensa que llevan una vida despreocupada y feliz pero Payne se encarga justamente de que algunas situaciones dramáticas ocurran en ese lugar perfecto, como una ironía, un guiño hacia la audiencia. En los papeles la película podría sonar muy sentimental (que hasta cierto punto lo es) pero al verla resulta tan compleja, con esa dosis equilibrada de drama y humor, que se nota que el director evitó ir de un extremo al otro para lograr una armonía entre esos elementos.
Aquí Clooney brinda sin dudas una de las mejores actuaciones que dio en su carrera, con un personaje diferente a los que usualmente interpreta: Matt King es un hombre humilde que está dolido por la situación que el toca vivir y Clooney encarna toda su vulnerabilidad con verdadera maestría. De hecho, no creo que la película hubiera funcionado tan bien con otro actor. La joven Shailene Woodley también se luce como la hija mayor de la familia que debe superar el rencor hacia sus padres para ponerse a la altura de la situación que viven los King. Otra actriz a destacar es Judy Greer, quien tiene un papel pequeño pero importante para la historia.
Más allá de ser una seria competidora para Mejor película en los Oscar, “Los descendientes” es una película emotiva que trata el tema familiar desde una perspectiva muy realista. Un film sobre las relaciones humanas y el perdón, algo que la familia siempre nos obliga a experimentar.