Se luce Clooney como un padre en conflicto
Con nominaciones en los rubros mejor película, mejor director y mejor guionista, más otras dos a mejor actor, para George Clooney, y al mejor montaje, el realizador Alexander Payne («Entre copas»), parece ser uno de los candidatos principales de la próxima entrega de los premios de la Academia de Hollywood. Sin embargo, como comedia dramática más dramática que cómica, «Los descendientes» es una muy buena película que interesa más allá de la temporada del Oscar, y que por otro lado,no tiene los típicos tics de las que parecen diseñadas para cosechar nominaciones primero y premios después.
«Los descendientes» tiene que ver con una serie de crisis emocionales, familiares, conyugales y también de negocios, ya que en el guión todo sucede al mismo tiempo.
George Clooney intepreta a un padre ausente que debe hacerse cargo de sus hijas cuando su esposa sufre un accidente que la deja al borde de la muerte. El protagonista es heredero del primer terrateniente blanco en Hawai, y está justo por cerrar un negocio que implica cambiar totalmente el paisaje hawaiano para construir departamentos para turistas, y justo en ese momento debe retomar la relación con sus hijas -que obviamente se oponen al negocio-, además de descubrir de la manera más imprevista que su mujer lo estaba engañando con otro.
Podría decirse que ésta es una «película de cámara», al estilo de otras del mismo director, pero si bien las situaciones y los climas son más bien intimistas, es difícil llamar de esta manera a una película que utiliza tan bien el paisaje, ya que aquí el de Hawai es prácticamente un coprotagonista esencial. Es justamente este el detalle que le da a este drama el toque cinematográfico (especialmente con el aporte del director de fotografía Phedon Papamichael, en quien debería haber recaído una nominación al Oscar mucho más que en el otro rubro técnico que sí está anominado, el montaje).
George Clooney luce un poco frío a pedido del personaje como este hombre en medio de todo tipo de conflictos, y su habitual eficacia lo vuelve un firme candidato a las estatuilla. Pero en el film también hay otras sólidas actuaciones, empezando por las de sus dos hijas (Shailen Woodley y Amara Miller), que con la ayuda del director, logran evitar los lugares comunes de las performances juveniles.
Y la gran sorpresa a nivel elenco es el reencuentro con un gran actor increíblemente olvidado por la industria del cine pese a ser todo un aristócrata hollywoodense de pura raza: Beau Bridges, en una actuación de reparto que se convierte en otro motivo para recomendar esta muy buena película.