Vi los dos estrenos “importantes” y “con nominaciones y premios” de esta semana. La dama de hierro; sí, sobre Thatcher, con Meryl Streep. Y Los descendientes; sí, la que protagoniza George Clooney y dirige Alexander Payne. Pero ayer, 2 de febrero, fue el Día de la marmota.
1. La dama de hierro es un desperdicio histórico, en un doble sentido. Porque es un desperdicio de grandes proporciones y porque desperdicia gran parte de la atractiva historia política de Margaret Thatcher. La directora es Phyllida Lloyd, la de Mamma mia! (ay). Y hace una película que podría haber sido apasionante y es en su mayor parte apenas una película sobre Thatcher vieja, reiterativa, hecha para el lucimiento de Meryl Streep y las diecinueve personas que formaron parte del equipo de maquillaje. Sí, diecinueve. Una se encargó de “efectos especiales de dientes”. Bueno, eso, la película tiene dos nominaciones al Oscar: una para Streep, otra para el maquillaje. Más allá de esos logros ostentosos es una película muy frustrante, porque cada tanto se nos brinda un poco de la historia política de Thatcher, y en esos momentos está la película que podría haber sido. No estoy diciendo que la directora de Mamma mia! (mamma mia) podría haber logrado una gran película, pero si se hubiera mantenido en la política podría haber hecho una biografía convencional y no una historia plañidera de una señora vieja no plañidera que alucina con su marido muerto. Con algo convencional y narración para adelante estábamos hechos, Phyllida. Pero la señora quiso hacer una “película de gran actuación”. Y la mayoría de las veces, cuando vemos demasiado al actor o a la actriz es porque la película es escasa.
2. Los descendientes. Es buena. Y es de un muy buen director. Alexander Payne hizo Election, About Schmidt, Entre copas. Todas grandes películas. En Los descendientes está George Clooney. Nominado, elogiado, etc. Sí, Clooney está muy bien, y actúa con todo el cuerpo. Sí, Clooney es versátil. A veces, demasiado versátil, parece diluirse, evaporarse; en los mejores casos se ensambla sin ruidos con la película, como en la mayor parte de Los descendientes. Pero por momentos se evapora sin más, y parece chupar energía de la narración. En Los descendientes hay algo de languidez excesiva, de buen manejo narrativo sin ajustar del todo. Como si Payne confiara demasiado en sus personajes y en sus dramas y dejara a su película menos apuntalada de lo necesario. Así, tal vez por demasiada blandura, hay algunos flancos débiles: uno es la trama inmobiliaria, arbitraria y abrupta como para hacer descansar sobre ella un montón de riesgos interpretativos. Y otro es que los engañados se enojan más con el tercero en discordia que con su propia pareja, como en una telecomedia argentina (¿por qué no le hacen reclamos al que les prometió algo?). Hay algunos buenos personajes en la película además del de Clooney, como su hija adolescente y su novio. Ese triángulo de relaciones es lo mejor del relato, el menos rígido, el que se siente más vivo: hay más tensión y más furia, nada de languidez. Tal vez este tono más amable de Payne que había comenzado en Entre copas (Election y About Schmidt eran películas casi malvadas de tan corrosivas) funcione mejor con historias más soleadas, menos sombrías que la de Los descendientes.
3. Día de la marmota. Groundhog Day. Es un día que se conmemora en un pueblito de Estados Unidos, una festiva superstición climática. Y además, ya saben, es una película acá estrenada en cines como Hechizo del tiempo y emitida por cable como Día de la marmota. Sí, esa dirigida por Harold Ramis con guión de Danny Rubin y tiene la mejor actuación de Bill Murray. Una de las grandes películas de la historia. ¿No la vieron? No sé que están haciendo perdiendo el tiempo leyendo esto. Véanla ya. Es de esas que seguramente van a querer volver a ver.