Después de la última ceremonia de los Premio de la Academia, siempre nos quedan varios títulos anotados por ver; y la verdad es que, aunque para muchos de nosotros estos premios sean muy arbitrarios y poco confiables, siempre terminamos interesándonos en algunos de los films premiados. Entre ellos, me viene llamando la atención desde hace un tiempo, Los Descendientes (The Descendants, Alexander Payne, 2011). El nuevo trabajo de George Clooney que ha dejado a más de uno con la boca abierta por su actuación.
Matt King (George Clooney) es un abogado que está atravesando un momento bastante difícil: su mujer yace en coma y ha quedado a cargo de sus dos hijas, Alex (Shailene Woodley) y Scottie (Amara Miller) de las cuales nunca se había encargado, tiene sobre sus espaldas la decisión de vender o no la tierras que heredó de sus antepasados y se entera que su mujer lo ha estado engañando desde hace tiempo. La historia está basada en la novela de Kaui Hart Hemmings.
La película nos recibe con un paradisíaco escenario hawaiano y una voz en off dándonos las razones sobre por qué no debemos pensar a esta isla como un paraíso. A partir de aquí asistiremos al declive de un hombre que parecía tenerlo todo y que desde el accidente de su mujer se verá obligado a encontrarse con espacios de su vida que habían sido dejados de lado. Lo primero que podemos pensar de esta historia es que ingresaremos en un denso drama; pero no es así, porque si bien estamos envueltos por una historia súper dramática, un condimento esencial del film es el patetismo: Matt King se encuentra en un estado de patetismo y todo lo que lo rodea lleva una carga irónica que lo incrementa. Su hija mayor drogadicta acompañada de su estúpido novio, su hija menor que ataca a sus compañeras del colegio, el amante de su esposa, sus particulares parientes, etc. Esto lleva al film a distintos pasajes tragicómicos que permiten que se mantenga un ritmo interesante y llevadero.
Y en este sentido es donde más advertimos el singular trabajo de Clooney; que deja de lado el legendario galancete, carga esta mochila de problemas y adopta un semblante que todo lo dice. Realmente todo su cuerpo se modifica y puede, con una expresión, transmitirnos esa desesperación interna que por fuera debe verse como serenidad y control de la situación. Entra en lo tragicómico, en el grotesco, porta la mueca que define todo.
Resulta verdaderamente contrastante el espacio geográfico elegido con el ánimo de los personajes y la historia, ya que mientras observamos un paisaje privilegiado y de ensueño sabemos que asistimos al derrumbe de un hombre. Lo interesante es que el espectador transita junto a los personajes el “breakdown” y luego la salida a flote, con todos su altibajos, pasajes cómicos y sumamente bajos.
Si bien el film se presenta bastante liviano, con una historia cotidiana y simple, creo que se disfruta minuto a minuto porque se logra una gran identificación con el público. Matt King es tan común que conmueve, hace que nos sensibilicemos y solidaricemos con el personaje. Creo que cumple su misión: no impresiona, sólo nos lleva a la interioridad de cada personaje y nos acerca de una forma genuina.