Una isla a la deriva
Hay concepciones sobre la familia que la muestran representada como pequeñas islas; esos espacios donde historias e intimidad comparten el mismo ámbito, rodeados de un entorno que muchas veces puede resultar hostil. En esa isla que es cualquier familia, cada integrante cumple su rol y por lo general la voz cantante la lleva el hombre de la casa.
Ahora bien, qué ocurre si aquella idílica isla de repente se viera azotada por un tsunami de tristezas o contratiempos tan potentes como para desintegrar la unión y el espacio, dejando libradas al azar pequeñas porciones de aquella isla. Cabe preguntarse entonces si es posible recomponer lo perdido o si ya es demasiado tarde y el tsunami ha transformado el entorno de tal forma de hacerlo irreconocible.
La de George Clooney en Los descendientes, film de Alexander Payne -nominado como mejor película para la próxima entrega de los Oscars- no es lo que se dice una familia modelo desde hace largo tiempo y particularmente desde que su esposa quedara en estado vegetativo tras un accidente náutico con un pronóstico médico realmente aterrador.
Así las cosas, la vida del abogado Matt King (George Clooney) da un vuelco de 360 grados al pasar de padre ausente de una niña de 10 y otra rebelde de 17 a padre y madre a la vez, en un largo proceso de duelo y rencor por el accidente evitable y la reveladora infidelidad de su esposa, con quien hacía un tiempo había perdido interés y el consecuente distanciamiento hubiese llegado igual antes de precipitarse las cosas.
Pero no es solamente el despojo de su amada lo que Matt deberá afrontar junto a sus hijas, sino el despojo de las tierras pertenecientes a sus familiares por ser los herederos de la realeza hawaiana, que los hizo acreedores de las últimas zonas vírgenes de las islas, cuyo valor incalculable tienta a los inversionistas dispuestos a ofrecer millones por esas preciadas tierras cuando Matt es quien tiene la última palabra frente a sus primos y hermanos que no ven la hora de cerrar el negocio inmobiliario y manifiestan nulo interés por la grave situación familiar de Matt.
En esa encrucijada de decisiones importantes y con el firme propósito de recuperar un tiempo perdido con sus hijas, el protagonista realiza un viaje por diferentes lugares de la isla con el objeto de reencontrarse con un pasado ancestral al que estaba vinculado afectivamente para desafectarse emocionalmente de la inevitable pérdida de su esposa.
Nuevamente Alexander Payne construye una película intimista, despojada de grandilocuencia y melodrama para hablar desde el lugar de los afectos del dolor y el perdón cuando las segundas oportunidades dejan de tener asidero; de las relaciones entre padres e hijos sin escapar a los conflictos generacionales pero tampoco con un intento de bajar línea de conducta y mucho menos establecer ligeros juicios de valor.
Tomar la estructura de una road movie -como ya lo hiciese en Entre copas- le permite encontrar el camino a la curva de transformación dramática de sus principales personajes, en este caso: el padre interpretado con convicción por Clooney que seguramente le otorgue la estatuilla dorada el próximo mes de febrero; la hija menor (Amara Miller), quien por su corta edad debe asimilar la carencia maternal en muy poco tiempo y la que más se destaca del elenco, la hija mayor (Shailene Woodley), que debe superar su furia adolescente para transitar un crecimiento doloroso y complementar la tarea junto a su padre. No es menos destacable el reparto de secundarios entre quienes debe mencionarse a Robert Forster, en el rol de padre de la accidentada; y Beau Bridges como uno de sus primos que sólo necesita cinco minutos de pantalla para descollar talento.
Los descendientes es una película sencilla desde el punto de vista narrativo; emotiva por contar con excelentes actuaciones y justa candidata por tener entre sus filas al multifacético George Clooney, quien ante la majestuosidad del paisaje Hawaiano queda tan perplejo como su personaje al sumergirse introspectivamente en su paisaje interior.
Muchas fans seguro correrán al cine para consolarlo.