El paraíso lejano
Alexander Payne vuelve a la dirección después de unos años fuera de las pantallas grandes. Y vuelve de la mano de esa institución en la que se ha convertido para la industria americana el bueno de George Clooney. Un hombre orquesta que cumple, y en ocasiones, luce.
Pero volvamos a Payne. Este es un director con una afinidad especial con sus actores, lo suyo es sacar destacadas actuaciones, en ocasiones, alejando de su registro habitual a ciertos intérpretes. La seguidilla de sus últimas películas resultaron siempre nominadas a los premios del universo Hollywood . Desde Entre Copas fueron nominados Thomas Haden Church y Virginia Madsen, desde Las Confesiones del Sr. Schmidt Jack Nicholson (brilló fuera de su viejito piola) y también Kathy Bates. Los Descendientes es el vehículo perfecto para que Clooney se lleve ese galardón (el tiempo dirá si es así) porque el rol de padre ausente con una esposa en coma (por momentos, en un tono de cierto patetismo) está fabricado para una actuación intensa. Quizás ese puede ser el principal defecto de la película, que uno reconoce en el film un dejo de piloto automático por parte del director. Hay un "efecto Payne" que, en comparación, queda por debajo de Entre Copas. Pero a no confundirse, el film no defrauda.
La historia transcurre en Hawaii. El comienzo corre a cargo de la voz en off de Clooney desmitificando la imagen de paraíso tropical. Nos ubica en una sala de hospital lejos de las costas soleadas, allí, está una mujer en coma. Esa mujer es la esposa de Matt King (Clooney). Este rey no lo es tanto, hace unos meses ya que no se habla con su mujer, y con sus hijas (una de 10 y otra de 17) no sabe como siquiera acercárseles. Entonces ante la ausencia materna deberá reconstruir una familia que él dejó perderse. Una aventura tragicómica de momentos difíciles que a veces peca de remover la herida, rozando el golpe bajo. Todo construido para que ese doloroso ascenso resulte en algo cercano a la redención.
La hija menor junto al novio de la adolescente y su papel de "tonto pero no tanto" son el comic relief. Pero fue la hija adolescente (Shailene Woodley) la que me provocó una grata sorpresa. Su imagen desbocada y su posterior transformación, funciona de maravillas para Clooney, una actuación elogiable. Veremos que depara el futuro para esta joven actriz.
Conclusión: Clooney está oscarizable. El despliegue (y la contención) de emociones es digna de verse.