Drama sobre la paternidad perocon poco pulso
Aquellos que siempre tuvieron la curiosidad de saber cómo se fabrican los globos de colores de los cumpleaños infantiles y algunos meetings políticos seguramente apreciarán las escenas de este largometraje, un drama sobre paternidad que aunque se queda a mitad de camino no deja de tener sus puntos de interés. Mariano González, factótum del film como escritor, director y protagonista, encarna a un hombre que luego de una forzada ausencia de dos años no sabe bien qué hacer con su pequeño hijo, cuya madre también está ausente.
La fabricación de globos, además de resultar didáctica sobre esa industria, también funciona como espejo agridulce de la triste situación y culpa de este personaje que, pese a su angustia, cree que lo mejor es entregar al chico en adopción. Mientras lo decide bebe, fuma mucho y sale con mujeres, lo que redunda en una escena erótica imaginativa y lograda, y otra más perturbadora por la presencia del niño.
Durante la primera mitad el film mantiene el interés y crea un clima de hermetismo que provoca intriga, pero de a poco el globo se pincha básicamente por falta de pulso narrativo y atractivo de las imágenes. Las actuaciones no están mal, especialmente la del chico, que sostiene dos de las mejores escenas.