UN CONFLICTO LEJANO
La ópera prima de Mariano González -también protagonista y guionista- tiene a simple vista un gran conflicto, pleno de matices, para poder desarrollar de manera compleja y profunda: un hombre bastante retraído, dedicado a fabricar globos, cuyo pequeño mundo se agranda de golpe a partir del fallecimiento de su esposa y el dilema que plantea el hacerse cargo de su hijo o entregárselo a otra familia que le garantice una mejor vida.
El gran problema de Los globos es que durante más de la mitad de su metraje (poco más de una hora) gira en el vacío, sin acertar a darle al relato un marco preciso y sensible que permita empatizar con las disyuntivas que atraviesan al protagonista. Recién cuando el personaje del niño empieza a tener una mayor presencia dentro de la trama y los eventos que se suceden, es cuando el film adquiere una mayor carnadura y hasta honestidad en su tratamiento.
Sin embargo, ya es demasiado tarde: la conexión con el espectador no termina de entablarse y en el medio quedan varias subtramas y personajes sueltos, como meras apariciones. La sensación final respecto a Los globos es contradictoria: por un lado pareciera que la película ameritaba apenas un cortometraje, por otro que había mucho más en lo que profundizar, lo que implicaba un metraje bastante más largo. En cualquiera de los casos, lo que queda es un film fallido, que se queda en meras insinuaciones y sin explotar sus posibles potencialidades.