Luego de 14 años del estreno de Los Increíbles, llega esta secuela que se aleja de algunos lugares comunes de su predecesora para darle actualidad a una historia entretenida e inteligente.
Bob y Hellen Parr, los alter egos de Mr. Increíble y Elastigirl, son los padres de Violet, Dash y el inquieto Jack-Jack. En medio de un paseo familiar, un villano ataca la ciudad y, a pesar de saber que los superhéroes están prohibidos, la familia se lanza en un desenfrenado intento por detener al malhechor. El resultado es el opuesto al que querían lograr y eso hace que el gobierno deje de subsidiar el programa de superhéroes, forzándolos a vivir una vida de clase media “carente de aventuras”. Enfrentados a la imposibilidad de mantener su precaria vivienda y su economía ya de por sí escueta, Bob y Hellen se plantean un futuro de trabajos administrativos hasta que aparece Winston, un empresario entusiasta fanático de los superhéroes que les propone un plan para que la sociedad los vuelva a aceptar.
El problema es que el plan implica que Elastigirl salga a salvar al mundo mientras que Bob se queda en casa tratando de ser un buen padre para sus dos conflictuados hijos mayores y un bebé que demuestra un nuevo y descontrolado poder.
Alejada del panfleto capitalista de la anterior entrega, Los Increíbles 2 es una mirada actual y eficaz sobre las nuevas dinámicas de la familia estadounidense (y, de paso también, de gran parte del mundo) que gana particular interés para la Argentina en medio de la reivindicación del papel y los derechos de la mujer en la sociedad.
ero no por plantear un tema actual y serio la película pierde el humor que 14 años atrás conocimos. Las situaciones que deberá atravesar Bob en su papel de padre no sólo son hilarantes, sino que también son realistas (dentro de lo posible en una historia de este tipo, claro está). La escuela de Dash, la adolescencia de Violet y un movedizo e hiperactivo Jack-Jack que suma a la problemática del bebe usual una cantidad de poderes que ni Bob puede comprender, son suficientes para que él tenga que aprender la humildad que se requiere para vivir una vida burguesa como padre de familia.
Con leves pero contundentes críticas a los medios de comunicación y a las agendas de los gobiernos, la película termina de cerrar un guion muy concreto, efectivo y reflexivo.
Esta es una de esas películas de animación que abarca a toda la familia, incluso en la que los adultos no serán meros acompañantes de los chicos, sino que sentirán más empatía aun con los personajes que los menores en la sala.