Catorce años después de su lanzamiento vuelven los superhéroes según Pixar y, como suele suceder con esta gente, salvo alguna excepción de menor calibre, nuevamente estamos frente a un producto de planteo inteligente, profundo, y que utiliza elementos del género como factor extrapolado para contar otro tipo de historia en su esencia. Al igual que la original “Los increíbles 2”, más allá de la anécdota del regreso, habla de la constitución familiar y su forma de inclusión en un sistema despiadado, pero a esto le agrega un esquema argumental en el cual se invierten roles para lograr dos premisas fundamentales: instalar la necesidad de igualdad de género, y la comprensión de esto a partir de ponerse en el lugar del otro.
Pero vamos por partes. Como es habitual en todos sus productos hay un cortometraje previo que también habla de la familia. Sublime idea que en apenas unos segundos pasa de una sorpresiva oscuridad a una profunda reflexión sobre el desarraigo, la carencia de afecto. y la ruptura de vínculos familiares, como consecuencia del natural crecimiento de sus integrantes. No adelantaremos cómo lo hace para dejar intacta la magia.
Luego de esa joyita, la extraordinaria banda de sonido de Michael Giacchino, compositor que saltó a la notoriedad justamente por su trabajo para la primera, allá por 2004, da pie a “Los increíbles 2” y esas armonías se despachan nuevamente en forma de varios homenajes sonoros, pero en especial a la orquesta de Henry Mancini y las Big Bands al estilo Benny Goodman para darle ese tinte musical de los años cincuenta y sesenta.
Esta secuela empieza en el minuto exacto que daba fin a su antecesora, cuando un villano emergía de la tierra y la familia completa se disponía a combatirlo. Como prolongación del argumento previo, los desastres edilicios que los súperpoderes provocan para contrarrestar el mal llegan rebalsar la paciencia, y definitivamente se declara ilegal usarlos. La familia Parr, John / Mr Increíble (voz de Craig T. Nelson), Helen / Elastic Girl (Holly Hunter), Violet (Sarah Vowell), Dash (Huck Milner) y el bebé Jack-Jack (Eli Fucile), nuevamente se ve recluida al anonimato junto con Frozono (Samuel Jackson). No obstante en la anécdota disparadora hay dos líneas principales del guión que no necesariamente buscan converger en forma fehaciente, o al menos no con una injerencia directa del uno sobre el otro.
La primera, es la aparición del lobby de un poderoso medio de comunicación que busca crear en la opinión pública la necesidad de tener a los “súper” de vuelta y convertidos en paladines. La segund, es claramente el funcionamiento familiar, la articulación de sus miembros y sobre todo la sobrevaloración de los roles y la capacidad de entenderlos poniéndose a practicarlos en lugar del otro. El guión no abandona la primera, pero su remate por elección es el de colocar a los medios como una idiotización del pensamiento, una hipnosis colectiva de la que sólo puede salirse “sacándose los anteojos”. Distinto ocurre con la otra vertiente, cuyo mensaje contra el patriarcado llega por decantación de la propuesta y sus situaciones para contarla. Ocurre a partir de cruzar la conveniencia del lobby para lograr su éxito, con la necesidad de poner a la madre de la familia Parr como baluarte de la heroína que se expone para cuidar los suyos, y por carácter transitivo a toda la sociedad. ¿Igualdad de derechos? Pregúntele a Elastic Girl.
El plan es desarticular el proyecto de villano inventado por el propio medio y gerenciado por los hermanos Evelyn Deavor (voz de Catherine Keener) y Winston Deavor (Bob Odenkirk). En este punto, la construcción del mal también está manifiesta en el libreto y toma posición respecto de la influencia de los medios de comunicación, aunque por supuesto no será radical como la modernización de los roles en la familia, sobre todo por el En una, Elastic Girl, la mujer sale a salvar al mundo; en ot, Mr Increíble se queda en casa a lidiar con los chicos y sus inquietudes.
Mucho del humor, por momentos hilarante, sale de esta casa prestada en donde cae la familia Parr para reconstruir su posición. El bebé Jack-Jack es multi-poderoso y sus atributos se manifiestan dentro del universo que mejor maneja Brad Bird: el humor físico. El niño dispara rayos (la pelea con un mapache es antológica), se convierte en un bólido de fuego, en un demonio, o simplemente aparece y desaparece de una dimensión a otra según la influencia externa, es decir, una cómica y creativa forma de metáfora de lo impredecible del comportamiento de los recién nacidos y del pavor que esto causa en los padres a la hora de reaccionar.
Todas las escenas en la casa remiten a las viejas series sobre la familia, mientras que en su todo “Los increíbles 2” tiene un manto del cine clase B al cual le rinde homenaje.
Pese a sus 115 minutos el ritmo no decae, aunque sí, es cierto, que habrá que ver si los más pequeños pueden permanecer tanto tiempo.