SPECTACULAR SPECTACULAR
La relación entre comedia y cine animado se remonta a los orígenes del audiovisual: el slapstick, fuente inagotable de los comediantes del periodo mudo, era el elemento que unificaba ambos territorios, y donde todos -al fin de cuentas- heredaban códigos del varieté y el espectáculo circense. Cuerpos que se estiraban y deformaban hasta los límites del verosímil, la comedia era el espacio donde lo hiperbólico del dibujo animado encontraba un correlato ideal. Tanto, que es indudable que en la era dorada del cartoon, allá entre los 30’s y los 40’s, la relación se convirtió en un camino de doble mano: Tom, Jerry, Bugs Bunny, todos habían aprendido de Buster Keaton, Chaplin, Harold Lloyd. Incluso la animación, por su carácter fuertemente satírico, descubrió que el humor sería su elemento expresivo principal. Por eso es que Tom, Jerry, Bugs Bunny y toda la prole sostuvieron las banderas del humor físico cuando aquellos fueron devorados por esa novedad del cine sonoro. Este vínculo, que sigue hasta nuestros días, casi no tuvo correlación con el resto de los géneros cinematográficos hasta -me arriesgo a decir- la aparición de James Bond, una parodia en sí misma que con el tiempo se hizo más explícita y que en sus cada vez más increíbles secuencias de acción resumió esa potencia plástica del cine animado. Es desde ahí que el cine de acción comenzó a explorar las posibilidades más lunáticas, poniendo los cuerpos y las cosas en situaciones cada vez más extremas, las cuales explotaron a partir de las posibilidades que brinda el CGI.
Todavía no dijimos nada de Los Increíbles 2, porque resulta fundamental este prólogo para comprender en qué lugar es que brilla esta divertidísima secuela dirigida por Brad Bird: es en la construcción de enormes secuencias de acción, en sus ideas visuales de lo más creativas (hay una pelea cuerpo a cuerpo con el villano que es alucinante) y en un humor que aprovecha todos las posibilidades del slapstick, especialmente con ese personaje de Jack-Jack que es pura arcilla digital en manos de Bird. Y cuando la comedia se da la mano con la acción, el film estalla por los aires y deja en ridículo a otras películas del género: la animación logra el verosímil que mucho cine de acción plagado de CGI no alcanza. En Los Increíbles 2, además, el director vuelve a asumir, como en la primera, todas las filiaciones posibles: el mundo de los superhéroes se da la mano con la estética de James Bond, especialmente las primeras. Y desde lo gráfico, el maravilloso diseño visual de la nueva producción de Pixar recupera ese look tan 50’s que sirve para pensar una estructura familiar que Bird mira con cierta nostalgia pero también con algo de ironía. Lo que en la original servía para pensar a los personajes en relación con el mundo del trabajo, aquí piensa (desde lo retrospectivo de su estética old fashioned) sobre el lugar que ocupaban en la sociedad los roles masculinos y femeninos, algo que por cierto está tratado con algo de simpleza y lejos de la complejidad de otras obras de Pixar.
Los Increíbles 2 arranca en el mismísimo momento en que terminaba la primera y profundiza en aquello que la original dejaba latente: cómo los superhéroes se ganan la confianza de la sociedad y pueden volver a estar visibilizados (por las destrucciones que generan, el Estado decide ocultarlos y pasarlos a la clandestinidad). El conflicto central sigue siendo la figura del diferente, del que se sale de la regla y cómo la sociedad asimila esa diferencia. Pero entendiendo que a partir de Marvel el conflicto de los superhéroes está saturado (no como en 2004, año de la original), Los Increíbles 2 aprovecha la aparición de un empresario fanático de los “súper” para jugar con la idea de que lo femenino resulta más atractivo a los fines marketineros de los superhéroes. Y así Elastigirl se va a combatir a los villanos, mientras Mr. Increíble se queda en casa cuidando a los chicos. A partir de ahí, Bird piensa dos campos de batalla: el de la calle y la actividad delictiva, y el del hogar y los traumas de la adolescencia y la infancia que tiene que resolver Bob. Obviamente ambos espacios terminarán confluyendo y demostrando que cuando los Parr mejor funcionan, es cuando lo hacen en grupo. Está claro que lo que busca Los Increíbles 2 es ser una película de acción espectacular. Y lo logra, porque cada secuencia es sumamente imaginativa y está diseñada con enorme precisión. Aunque tal vez lo más bello de la película es la manera en que se sume como un entretenimiento simple, sin darle demasiada vuelta, reconociendo la grandeza de las herramientas nobles y populares que utiliza. Acompañada por una banda sonora memorable de Michael Giacchino, Los Increíbles 2 es ese tipo de películas que aparecen cada tanto y nos devuelven la noción de por qué es importante sentarse en un cine y frente a una pantalla gigante. El de Brad Bird es un film espectacular y divertido, tal vez el más espectacular que haya salido de la factoría inagotable de Pixar.