Ante todo, Los Increíbles, en 2004, había demostrado que todavía por entonces había cosas que sólo se podían ver -y aceptar- en una película de animación. Hoy en día, con los avances de la tecnología y el acostumbramiento a películas de acción con superhéroes, que Elastigirl se ensanche hasta medidas inconmensurables nos parece real.
Tanto como la fuerza con la que Thor arroja su martillo en alguna película de Marvel.
Es que es así: asumimos nuevas convenciones, y allá vamos, a dejarnos llevar.
Todo este preámbulo para decir que Los Increíbles 2 está a la altura de su predecesora. Los roles han cambiado: Mamá Helen tiene más protagonismo que Papá Bob, que parece un modelo de padre perimido, en el que pasa por extraño que ella salga a trabajar (a salvar la ciudad Municiberg) y él se quede en casita a cuidar a los hijos.
Y dentro de este contexto, es lógico que Jack -Jack, el bebé, gane su espacio. Al fin y al cabo, es el personaje “nuevo”, y lo innovador son sus potenciales poderes.
Ahí está. Lo nuevo es lo que nos debe atraer, gustar, sorprender. Si lo pasado fue bueno, en la secuela tiene que ser igual, o mejor.
Violeta es una adolescente que empieza a desplegar sus alas. Dash, el varón, es varón y tiene 10 años. Todavía es un niño.
La trama nos muestra, al comienzo, que los superhéroes deben mantenerse guardados, en silencio. Trataron de impedir que el malvado Underminer destrozara la ciudad, pero las autoridades no ven con buenos ojos no sólo que el malo escapara, sino que en su afán por atraparlo destruyeran todo. Así que, a vivir casi como bajo una nueva identidad.
Hasta que -y el hasta que llega enseguida- un millonario y su hermana, fanáticos de los superhéroes y herederos de un imperio cuyo padre adoraba a los Superhéroes, los quieren devolver a la primera plana y, lo dicho, Elastigirl gana protagonismo y buena prensa. Obvio que algo no es como parece.
La familia, el trabajo y el ego: los tres ejes sobre los que Brad Bird, director también de la original, vuelve a trabajar. Los que quieran hilar más finos podrán decir que el mensaje es que lo privado funciona mejor que lo estatal, o público o gubernamental. Bueno, Los Increíbles 2 no es una película revolucionaria.
La primera era casi como una oda a la familia y el American way of life de fines de los ’50. Aquí, Bob resigna ser el héroe para…. enseñarle matemáticas a Dash.
Algo se modificó en los últimos 14 años, y Los Increíbles 2 es un símbolo de ese cambio.