El terror vive en tu casa.
Ambientada en la Irlanda rural de la década del veinte, The Lodgers es un relato oscuro y siniestro que gracias a la propuesta estética de su director, Brian O'Malley, y sobre todo de las actuaciones de sus protagonistas, Charlotte Vega y Bill Milner, se erige como una obra opresiva y tétrica con muchas reminiscencias al terror gótico clásico.
Rachel y Edward acaban de cumplir 18 años y, lejos de que sus vidas adopten el tinte liberador de quien adquiere la mayoría de edad, los horrores que siempre los atormentaron no harán sino empeorar. Sin la presencia de sus padres, muertos por suicidio, estos hermanos gemelos están atados a la mansión en la que viven y acaban de heredar, pero ese vínculo con la casa sobrepasa los límites de la simple propiedad del inmueble. Porque aunque no lo parezca, Rachel y Edward no viven solos.
Ya desde el comienzo la película se plantea como un relato bastante hermético, con locaciones que nunca exceden la mansión donde viven los protagonistas y la pequeña aldea vecina de donde vendrá el elemento disruptivo de la historia. Porque resulta que esos inquilinos a los que se refiere el título de la película son unas presencias fantasmagóricas que viven debajo de la mansión y se aseguran la buena “convivencia” con Rachel y Edward a partir de tres reglas que los hermanos no deben romper. Nunca estar fuera de la casa después de la medianoche, nunca dejar completamente solo al otro y jamás permitir el ingreso de un extraño a la casa.
Conforme avanza el relato, no solo estas tres reglas harán las veces de guía para una historia que inicialmente tiene a sus protagonistas como dos figuras pasivas que se someten a la imposición que estos inquilinos les imparten sino que lentamente nos iremos acercando al verdadero motivo por el que estos jóvenes deben vivir una existencia prácticamente de esclavitud y este tiene que ver con el oscuro pasado de su familia. El riesgo cada vez más inminente de romper alguna de las tres reglas (como el momento en el que el abogado de la familia visita a Rachel y Edward con noticias sobre su cada vez más pequeño patrimonio heredado) y ese secreto familiar que pugna por ser descubierto son los elementos que mantendrán expectante a la audiencia hasta que uno de los protagonistas logra romper con ese estado de pasividad esclava. Se trata de Rachel, quien ha encontrado el amor.
Con esas incógnitas bien planteadas y actuaciones principales dignas de ser destacadas es que Los Inquilinos consigue sus principales méritos dada su poca cuota de creatividad al plantear una historia de horror que, excepto por algún que otro detalle, hemos visto infinidad de veces.