Crítica publicada en YouTube.
Era difícil imaginar que luego de la horrible versión animada de Los locos Addams estrenada en el 2019 se pudiera hacer una película peor. Sin embargo no hay que restarle mérito al talento para hacer películas malas que habita en la industria del cine. Nada se parecerá nunca a la serie y los hallazgos de los films de la década del noventa tampoco parecen tener competencia. Con tantos buenos personajes cuesta creen puede hacer algo malo. Pero ahí tienen, hicieron una película espantosa desde todo punto de vista. En una época esto hubiera sido un fallido experimento televisivo, hoy son dos largometrajes estrenados en cine. Así están las cosas. Esta secuela es una road movie de la familia viajando por todos Estados Unidos con todos los gags esperables y algunos peores. Otros no tienen sentido ni coherencia, pero tal vez es demasiado pedir. Como viene ocurriendo desde que Christina Ricci interpretó a Wednesday en el film de 1993, es este personaje, al que nosotros conocemos como Merlina, quien se lleva el interés del guión y la película. No por nada el mismísimo Tim Burton planea una serie de televisión sobre ella. Veremos si en el futuro la situación mejora. Por ahora los Addams están pasando por una etapa cinematográficamente oscura. El Tío Cosa, por otro lado, entrega los únicos chistes aceptables de toda la película.
Los largometrajes animados que tienen como público principal a los chicos suelen compartir, desde Shrek a esta parte, o sea, desde hace dos décadas, un común denominador. Ofrecen por un lado un humor para los más pequeños, por lo general visual, corporal, y referencias o guiños para los adultos. Suelen, decía. Suelen. No pasa lo mismo con la secuela de Los locos Addams, que viene a reiterar el éxito que tuvo la primera animada hace dos años, en 2019. Y no porque hayan tenido poco tiempo para pensar y redactar el guion, sino que, por momentos, en plena proyección no se sabe si es muy oscura para los más chicos y medio banal para los mayores que los acompañen al cine. Están, claro, por supuesto, cómo iban a faltar, todos los integrantes de la familia, más Largo, que viven en la mansión Addams, más el Tío Cosa que se sumará a la travesía. Porque el clan decide tomarse unas vacaciones y recorrer los Estados Unidos. Homero cree conveniente salir a airearse un poco, porque los chicos crecen y parece que les están perdiendo el hilo. Pericles, que no es un adolescente, mira con otros ojos a las chicas, y el Tío Lucas lo ayuda. Bah, ayuda es una manera de decir. Y Merlina, que tiene un rol más preponderante, es la sabia que se siente más que incomprendida, poco o nada valorada. El centro de la trama, si hubiera alguno, es que se duda de que Merlina sea hija de los Addams. Un excéntrico hombre, un científico loco de nombre Ciro Raro dice ser su verdadero progenitor, y como el Tío Lucas parece que hizo de las suyas en la nursery… Todo puede pasar. Hay algunos buenos gags, más que nada mucho slapstick, el tipo de humor corporal del que hablábamos al comienzo. Y como las copias estrenadas en la Argentina están dobladas al español, por lo menos para que estén informados, sepan que Oscar Isaac, Charlize Theron, Chloë Grace Moretz y Snoop Dogg le ponían en la versión original las voces a Homero, Morticia, Merlina y el Tío Cosa.
La película animada de Los locos Addams, estrenada en el 2019, se destacó como la producción más taquillera en la historia de esta franquicia al superar en la recaudación los 200 millones de dólares. Una cifra que en el pasado no llegaron a conseguir los filmes live action dirigidos por Barry Sonnenfeld. Nunca entendí por donde pasó el gran atractivo de ese film que era bastante olvidable, pero por alguna razón pegó muchísimo, especialmente en los Estados Unidos donde obtuvo una taquilla impresionante. Sobre todo si tenemos en cuenta que su presupuesto había sido de apenas 24 millones de dólares. Unas semanas después del estreno la Metro-Goldwyn-Meyer enseguida le dio luz verde a la continuación y los productores a las apuradas tuvieron que sacar el proyecto adelante para entregar el film en octubre de 2021. En esta cuestión encontramos la gran falencia de esta producción, donde se nota que no tuvieron tiempo para pensar una historia que al menos le brindara al público un entretenimiento más ameno. La trama roba la premisa de lo que fue la primera serie animada de Hanna-Barbera de 1973, donde los Addams cruzaban de costa a costa los Estados Unidos en un viaje de vacaciones. Un concepto que permitía generar humor a partir del choque cultural entre la excéntrica familiar y las diversas comunidades de ese país. En este film no supieron aprovechar la idea y el tipo de comedia que se ofrece enseguida resulta trillada. Un enorme problema que tiene este film es que rompe con el principal atractivo de los Addams que siempre residió en los vínculos personales entre los miembros de la familia. En esta ocasión intentaron centrar la trama en Merlina con el fin de darle un mayor protagonismo y no funciona porque el personaje es terriblemente aburrido cuando no está rodeada por el resto del reparto. Por algún motivo la premisa del viaje de vacaciones luego de unos minutos es abandonada en la narración y el conflicto muta en una aventura rara con la hija de los Addams y un científico loco que reclama ser su verdadero padre. Otra idea fallida con la que tampoco se hace nada interesante. La animación es decente y retoma la estética del film anterior pero carece de un argumento que le haga justicia a estos personajes. Tal vez para los más chicos el espectáculo resulte llevadero, sin embargo para los fans adultos de los Addams cuesta muchísimo llegar al final de la película por el gran tedio que brinda. Se nota que la hicieron a las apuradas para sacar la continuación enseguida y eso terminó por afectar su calidad artística.
SI SOMOS UNA FAMILIA MUY NORMAL En los 90’s ya se intentó recuperar el universo de Los locos Addams para las nuevas generaciones, algo que en todo caso no estaba tan lejos de su tiempo: la serie original era de los sesentas, pero con las constantes repeticiones muchos de los adolescentes de entonces tenían todavía el recuerdo fresco y el vínculo era más directo. Pero aquellas películas, un tanto fallidas, no lograron insuflar nueva vida en los personajes y Los locos Addams volvieron a perderse en el tiempo. Llamativamente, hace un par de años el ánimo nostálgico de los productores decidió que era momento de un nuevo reboot, ahora en el formato que mayores dividendos aporta a la industria: el cine animado. Lo curioso del movimiento -signo también de estos tiempos- es que la película toma como modelo a la saga actual -y más exitosa- de Hotel Transylvania antes que a la serie creada por David Levy. Entonces para qué y por qué. Si usamos el prólogo para hacer algunas referencias a la producción es porque Los locos Addams 2 se justifica más en el diseño del cine actual, hecho para el público cautivo de reversiones, secuelas, sagas y franquicias, que en su sustancia cinematográfica. Dirigida por Greg Tiernan y Conrad Vernon, también directores de la primera parte, la película suscribe preferentemente a dos registros: el humor slapstick y la road movie. Los personajes salen de viaje con el fin de recorrer el país y fortalecer el vínculo familiar, mientras los persigue un villano que desea tomar una muestra de ADN para esclarecer el parentesco de Merlina. La road movie, por lo tanto, es el camino que usa la película para expresarse y para justificar su identidad de película segmentada pegada con plasticola. Los locos Addams 2 son una serie de sketches que encuentran lógica de conjunto a partir del viaje y los diversos destinos a los que los protagonistas llegan. Y el slapstick es, en definitiva, el tono del humor elegido, apostando por una serie de golpes y deformaciones propias de la animación. Todo, obviamente, huele un poco apolillado cuando a los registros reconocibles no se les adosan ideas interesante. No deja de ser curioso que una película que aborda el tema de la identidad, carezca de tal elemento. Salvo Merlina, el personaje que presenta mínimamente un conflicto, los restantes integrantes de la familia no son más que conceptos vacíos sintetizados al único chiste. De la mirada oscura y del humor negro sobre la familia ejemplar que tenía la serie no hay nada, y apenas quedan algunas humoradas sueltas que tienen mayor vínculo con la tradición del cartoon clásico. Tal vez el sentido de viaje le otorgue cierto ritmo entre sketch y sketch, y el asunto se pase más rápido de lo esperado. En conclusión, el cine como un trámite. De eso se trata un poco la industria cinematográfica actual.